domingo, 12 de diciembre de 2010

04:52 am -versos confusos en la madrugada-

Está bien. Tengo la vida perfecta. No hay nada que pueda desear y no pueda tener. Absolutamente nada. Quizá no pueda tenerlo en este momento, quizá me haga falta tiempo, pero puedo. Sin embargo algo siempre me preocupa, siempre se esconden detrás de mis huesos pequeños y grandes miedos. Las pesadillas se repiten, vuelven con diferentes formas, cambian su duración... pero cada vez son más reales. Y entonces surge el temor otra vez y me da miedo perderlo todo. Todo. Todo es una palabra muy abstracta... puede abarcarlo "todo" o puede abarcar simplemente una única cosa que sea más que todas las demás para ti. Y eso es, no es nada material, nada que el dinero pueda comprar, nada que puedas modificar a tu gusto, nada a lo que añadirle detalles porque es bello como está. Y tienes miedo de perderlo porque sabes, que sí, claro, quizá podías encontrar otra cosa -¿y por qué no?- pero no sería lo mismo. Cuando algo es especial sencillamente lo es, y punto. Los momentos vividos nunca se repiten. Nunca nada es igual. Y menos si ese nada es tu todo. Las sensaciones del primer amor no pueden volver a experimentarse, sólo el primer amor te las puede causar. Algo que ha sido el centro de tu vida, algo así como el sol en tu galaxia, no se puede borrar. ¿Qué pasaría si Venus se saliera de la órbita del Sol? Quizá cayera en un agujero negro... podría también encontrar una estrella pero no tendría fuerza para entrar en su órbita, imposible. Y si le preguntaran, tampoco querría. Seguro que gritaría: ¡Quiero a mi estrella!
Lo cierto es, que una vez experimentado el terror de perder aquella única cosa por la que darías todas las demás, el miedo ya no se aleja de ti, ni si quiera aunque esa cosa regrese. Es extraño. Por entre los huecos de el cerebro se te va encajando ese profundo sentimiento de inseguridad, de cuidar cada paso, de quererlo más. Necesitas de su voz, de su aliento como del aire para respirar. Es VIDA. No es fácil describirlo. Abusas. Abusas del tiempo que compartes con esa maravilla y quisieras que nunca acabara, exprimes cada momento porque sabes que puede ser el último, miras sus ojos y caes en ese profundo pozo indescriptible... Primero verde, luego marrón. Es como estar mirando un prado, es como tumbarse en un prado a mirar las estrellas. Pura poesía.
Así que eso es lo que eres, poesía. Es mi palabra favorita ¿sabes? No sé por qué, se me llena la boca si la susurro. Suena a melodía, a amor, a un concentrado de sensaciones, a el verbo "transmitir", y todo junto, en la misma palabra. Suena a ti, a todo lo que te hace diferente, a tu sonrisa. Suena a los sueños que tengo cuando dejo atrás las pesadillas, suena a los momentos en que haces de mi vida un sueño. Suena a lágrima, a una lágrima sola y pura, pero de felicidad. Y a muchas otras, ardientes y saladas llenas de dolor... también a carcajadas de esas que salen de repente o después de alguna broma absurda. Me encanta. Sería bonito poder recitar poesía en medio de una de esas de mis pesadillas... qué digo recitar, mejor, cogerte de la mano y llamarte y que con solo eso borrases todas las brumas y la pesadilla se convirtiera en sueño.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Alzheimer.


Había algo en sus miradas...
Sus ojos decían que me conocían, y susurraron mi nombre, pero al ver que yo no sabía quiénes eran una lágrima descendió por la cara de una, mientras que la otra bajó la mirada. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Al principio creí que querían robarme, así que grité y grité... hasta que una de ellas dijo "mamá" . Es una palabra extraña esa, me recuerda a algo, a un lazo familiar, me recuerda a "madre", me acuerdo de mi madre. Era bella, trabajadora, sencilla. Me hubiese gustado ser madre. Quizá lo he sido. Estoy confusa. Sólo puedo recordar la guerra, el hambre... y una sonrisa, aunque no sé a quién pertenece.
-Amor, te he traído esto.
-¡Rosas! Mi madre cultivaba rosas... y mi hermano las arrancaba de raíz.
-Jajaja, ójala hubiese conocido a tu hermano.
-Ellos lo mataron...
¿De quién es esa boca? Creo haberla besado alguna vez, una parte de mí me dice que un millón de veces... pero ahora no lo recuerdo. No recuerdo si, quizás, fue el amor de mi vida. Ahora todo está negro, oscuro... no reconozco nada entre la profundidad de mis recuerdos...
Siento que se han hundido en un mar que tengo aquí adentro, en un agujero.
Y no puedo rescatarlos. ¿Y esas chicas? ¿Quiénes eran? Parecían tener algo que decirme, me ayudaron a vestirme, me dieron de comer... ¿pero por qué? Sentí que estaban tristes. Sentí que eran algo importante, como un pequeño detalle, un matiz que te se olvida de repente... una opción de la que no te acuerdas al hacer una elección y que, sin embargo, te hubiese cambiado la vida. Qué extraño es todo, qué extraña es esta casa... no la recuerdo. No recuerdo haber pintado las paredes de este verde tan feo, ni esos muebles tan antiguos, tampoco sé de quién son esas caras que sonríen en las fotografías. Parecen felices, aunque también lejanos. Hay discos sobre el aparador, ¿los habré bailado alguna vez? ¿con alguien? ... ¿habré hecho el amor sobre estos sofás? ¿habrá algo en esta casa que sea mío, algo por lo que haya trabajado?
Ahora aquí, el espejo me devuelve una imagen que no reconozco, ¿soy yo? No puedo tener tantas arrugas, ¿y esa cicatriz? ¿y qué le pasa a mi dedo meñique? No puedo moverlo. Es desesperante.
Oh, ¡se vuelve a abrir la puerta! Es mi nieta, viene sola. Tiene el alma desgarrada, se lo noto. Se parece a... ¿a mí? el pelo largo, los ojos claros, la tristeza en su mirada. Me abraza, qué dulce es. Me gustaría decirle que la quiero, me está llenando de besos, ¿pero cómo se dice "te quiero"? Ya ni si quiera recuerdo eso...



Juliet, hace años que te fuiste -aquel 20 de Diciembre-, hace años que esa enfermedad destruyó tu vida... ¿qué es de una vida si no puedes recordarla? Nada. Sin embargo, aunque a ti te se olvidara yo todavía recuerdo todo lo que me contaste, todos los juegos, todas tus sonrisas, todos y cada uno de los diciembres en los que todavía estabas, tus defectos, tus virtudes y esa luz en tu mirada que se fue apagando poco a poco.
No eres fácil de olvidar, Juliet, te prometo que yo nunca lo haré, iaia.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Lamento susurrado.



Y si pudiera encontrarte, si pudiese tocar tu piel marmórea justo ahora...

Y si pudiese rozar, levemente, mis pestañas en tus labios...
Si esta noche fuese como otras noches... caliente, salvaje, relámpago... Pero no puedo verte más allá de en mis pensamientos, no esta noche. No hoy.
Mis manos te buscan con ansia pero el deseo se me escurre entre los dedos y el alma, escondida en un rincón, no quiere salir. Las palabras no quieren salir, porque quieren que estés aquí para poder susurrarlas en tu oído. Pero te encuentras lejos... quizá a tan sólo 4 kilómetros, o menos... pero te siento en la luna...
Mi corazón se debate entre salir a buscarte o quedarse quieto, pero sabe que no hay que ser imprudente y que a ti vale la pena esperarte. Siempre vale la pena. Todo. Las lágrimas, el dolor, las palabras frías, los sentimientos rotos, las esperanzas diluidas. Todo vale, porque en cuanto mis ojos vuelven a cruzarse con los tuyos todo sigue adelante... me sigue creciendo el corazón porque ya no cabes, y sigo sintiéndote más a ti que a mí misma, y sigo pensando que eres la cosa más bella que existe en este mundo, y en todos los demás. Tan, tan, tan bella que me dan ganas de llorar, de gritar.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La muñeca de cristal.


Transparente, pura, frágil.
Eso era. Con un leve roce demasiado brusco la rompías, o más bien,le partías un trocito. Era algo así como partirle un ala a un ave. La dejabas sin una parte de su encanto, que, quebrado, brillaba un poco menos cuando la luz la atravesaba. Poco a poco hubo más trocitos de cristal sobre la mesa, caídos, vacíos, que en la propia muñeca. Ahora era fea, extraña. Tenía una mirada cruel, y su cara ya no estaba perfilada. La luz no la hacía más bella, la afeaba. Finalmente se rompió por completo, en una explosión de cristalitos pequeñitos con una fuerza enorme. Y tal y como se rompió volvió a crecer, todavía más brillante que antes.
En su nueva vida, la muñequita miró hacia todos aquellos que con sus golpes la habían roto y sonrió. Qué ingenuos. De repente llegaron nuevos golpes, pero esta vez la muñeca no se rompía. Los golpes eran demasiado vulgares y ahora ella era un diamante, reservado para las mejores mentes, para las mejores miradas, para que el mundo la viese brillar.
Fuerte, reluciente, luminosa.


lunes, 25 de octubre de 2010

Aire.


-Lo que quiero es mirarte de cerca, maldita sea. Tocarte y sentirte sin más. Sin pensar. Que si luego te vas o te quedas es luego, y no ahora. Y que te quiero, desde siempre y para siempre, después de todo y después de nada. Aire. Necesito respirar tu aire. Quizás humo, porque quemas, quemas al tocarme, pero no importa, no importa nada. Todo dejó de importar cuando me miraste. Sé perfectamente que hay consecuencias, más no importan mientras te quedes esta noche, mañana, pasado y siempre y cuando tú también lo sientas. Y ¿sabes qué? Creo que si me hiciese una radiografía lo único que verían sería un corazón enorme, con miles de mariposas volando alrededor; puede que ningún órgano me funcione, pero ¿él?... Él sigue y sigue latiendo, bombeándote en cada latido, haciéndote más grande. Haciendo que crezcas en mi interior como una flor que se riega a diario, como un proceso lento pero productivo... Alguna vez he intentado arrancarte de raíz pero eso significaría que mi corazón dejase de latir, y casi que prefiero que lata, aunque un día me muera de una taquicardia.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Time goes by...

-Verás, querida... yo sabía que se iría. Sabía que una mañana me levantaría y se habría marchado, que no dejaría nada, ni si quiera su olor, ni su corazón, ni sus sueños, aquí conmigo. Me dejaría sola, vacía, rota y desamparada, sin saber qué hacer ni a dónde ir. Sabía que podía volver, de repente, una noche, sin palabras. Que no daría explicaciones, que sólo querría remojarme su recuerdo y exprimirme un poco más el alma. Sabía que volvería a irse, dejándome tirada otra vez, como un trapo sucio, como si fuese una de esas cámaras de usar y tirar. Hacen buenas fotos y cuando las necesitas te alegras de llevar una encima, pero una vez usadas ya molestan, y hay que tirarlas.
-¿Entonces, por qué no lo evitaste? ¿O por qué cuando volvió no le rechazaste?
-Porque también sabía que llegaría el día en que se pararía a pensar, en que su cabeza se detendría de repente y echara de menos. Sabía que echaría de menos mi poesía, mis arranques, mis ganas de hacer cosas planificadas de antemano y de dar sorpresas que se me acaben de ocurrir, mis palabras dulces en el oído y mis frías manos acoplándose a mi cálida voz. Sabía que lo echaría tanto de menos y tan de repente, que regresaría, esta vez con la intención de quedarse, con la intención de pedir perdón e intentar resucitar ese amor. Lo que él no sabía, y de lo que yo tampoco estaba segura, es de que ese día podía ser ya, demasiado tarde.

viernes, 24 de septiembre de 2010

240910

Al principio creí que eras un ángel caído, un sueño, una experiencia religiosa. Creí ver la perfección personificada, la proporción, los detalles. Pasó el tiempo y descubrí que tenías grietas, tantas, o más que yo. Veía filtrarse el agua por entre tus recovecos, como si tu cuerpo fuese un esqueleto resquebrajándose. Veía los errores. Y cuando me miraba en el espejo veía, veía mis heridas. Las puñaladas. Aquellas que tú me dabas sin cesar, una tras otra... y que yo me encargaba de subsanar rápidamente, para dejarte hueco para que siguieses clavando más cuchillos. Tu luz me cegaba, quería ansiosamente unirme a tu vuelo, quedarme contigo para siempre. Quería hacer cosas estúpidas de enamorados. Quería la vida eterna, para compartirla contigo. Quería y quería, y ansiaba, y soñaba y volvía a soñar. Nunca me detuve a pensar en lo que decían los demás, nunca escuchaba cuando decían "eres muy joven" , "te está haciendo daño" , "no podéis seguir así". Los ignoraba. Pensaba que ellos no entendían mi concepto del amor, pensaba que no eran capaces de comprender la magnitud de mis sentimientos, que eran unos imbéciles y que me importaba una mierda si me entendían o no. Pero qué lejos estaba de la realidad ... a demasiados años luz. Lo nuestro nunca fue sano, siempre estuvo maldito. MALDITO. Siempre fue demasiado fuerte, demasiado arriesgado, demasiado en definitiva. No era puro... y aunque no me arrepiento de nada, hoy puedo decir, que me alegro de que se haya acabado.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El sueño que se convirtió en pesadilla.

Olvidarte. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve. Nueve letras. Parece corto ¿no? Parece rápido. ¿Pero cómo se olvidan tus manos? ¿Tus caricias? ¿Cómo se borra todo? ¿A caso hay un momento en el que dices: “sí, lo he olvidado”? ¿Es así? ¿De repente?
Cuando todo esto empezó a caer, sentí que debía alejarme mentalmente. No quería colapsarme. No quería sentir la ansiedad, la asfixia, otra vez. Intenté distraerme... pensar en otras cosas, hablar con la gente, salir, reír. Hacer como si no pasara nada. Como si todo fuese bien. Disimular, o mentir, o fingir, tal vez. Lo conseguí, pero sabía que al final todo iba a explotar y que la nube negra me sumiría en un tremendo caos. Que lloraría y sentiría un maldito vacío en mí. Una carencia. Y al fin, ha ocurrido. El espejo ha sido el testigo de mis lágrimas, de mis palabras de rabia, de mi confusión, de mis ganas de morirme, de mis ojos asustados, de mi sonrisa borrada, de mi corazón detenido. Sobre todo eso, se ha detenido. Ya no estarás. No estarás para abrazarme cuando se me derrumbe el mundo, no estarás para recordarme lo mucho que te gusto, no estarás para verme seguir creciendo, para felicitarme por mis éxitos, para apoyarme en mis fracasos. No estarás para calmar mis nervios, mi odio, mis desilusiones. No estarás para mirarme a los ojos y decir que me amas. No estarás, no existirás y yo me sentiré muy sola. No oiré tu voz, no podré llamarte, no podré llegar a casa y contarte todo lo que me ha pasado, no te veré nunca más en mi cama, nunca más sobre mi almohada. No me harás derretirme. No besarás mis labios. No me susurrarás. No lloraré de felicidad. No pensarás en mí, encontrarás a otra que te haga sentir... y yo moriré. No podré cogerte de la mano por la calle, ni contestar un “sí, por supuesto” al “¿pero todavía estáis juntos?”. No podrás hacerme reír. No habrá sentido para mi vida. No tendré futuro. No me casaré en Kenya. No viviré en la casa de mis sueños con el hombre de mis sueños. No vendrás, no volverás. Y me duele, joder. Como nunca. Y sé que me dolerá más, cuando pasee por los lugares donde hemos estado, donde nos hemos besado, abrazado, reído, hablado, sentido, amado... y ya no estés a mi lado.
Parece ser... que esto no es más que el sueño que se ha convertido en pesadilla.



Pido disculpas si no contesto los comentarios o no me paso por los blogs que sigo habitualmente. Espero que entendáis que no tengo demasiadas ganas. Gracias por los que me leéis y comentáis de todas maneras.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Depresión del día 5.

-¿Dónde estás? -repetí, esperando oír una respuesta cercana.
¿Dónde estás? ¿Dónde queda? Todo aquello... parece que todavía puedo oír las risas, aquellas que creímos eternas. Parece que todavía veo tu cuerpo pegado al mío sobre la cama. Los recuerdos pasan, deprisa, uno por uno, lejanos, intangibles. Las lágrimas me resbalan por la cara mientras intento parar en uno de ellos, o quizá retroceder en el tiempo y volver a vivirlo... pero sigo oyendo el maldito tic-toc del reloj, que no cesa y me castiga. El tiempo. Qué curioso, nunca pensamos que se nos fuese a acabar, nunca tuvimos en cuenta que, quizá, existía la posibilidad de que las cosas no funcionaran. Y ahora todo se diluye y en mi mente vuelve el vacío, que no es ni blanco, ni negro.

sábado, 24 de julio de 2010

02.08.1992

No había visto nunca una casa como aquella. Ya por fuera daba escalofríos. Era oscura, oscura como el aura de negror que los árboles quemados y caídos esparcidos daban a su alrededor. Entré despacio, esperando oír un chirrido de la puerta como en las películas, pero no, no emitió sonido alguno. Por mi mente pasó algo así como "debe ser una casa fantasma". No había nada de luz, sólo un poco de claridad que entraba por las enormes ventanas situadas en las dos paredes laterales. Era todo tan fúnebre que creí que estaba totalmente dentro de una pesadilla. Olía a podrido y los tablones de madera del suelo se movían a cada pequeño y temeroso paso que daba. Decidí subir las escaleras, unas escaleras enormes que ocupaban casi toda la estancia y estaban colocadas en el centro. No sabía muy bien qué hacía allí dentro, ni qué esperaba encontrar, pero había algo... algo allí que me atraía. Me sentí como una oscura princesa vagando por entre el mundo de los muertos al subir las escaleras. Mis zapatos negros no hacían más que concordar con aquella casa tan negra. Pasé los dedos por la barandilla y descubrí que no había nada de polvo. Lo cierto es que aquello me dejó helada. A simple vista todo parecía sucio, pero no lo estaba. Intenté tocar una telaraña situada un poco más arriba de donde había pasado el dedo, pero cuando el dedo se acercó a ella despareció. Preferí hacer caso omiso a todo aquello y seguir subiendo hacia arriba. Él me llamaba. Estaba cerca. La sangre me fluía rápida por las venas, tan rápida como podía fluir sin que me diese un ataque al corazón. Por fin, había subido todos los peldaños. Esperé encontrarme con una sola habitación con muebles cubiertos con finas sábanas de seda blanca pero lo que encontré fue bastante diferente. Aquello era un pasillo, lleno de puertas de madera vieja. Tenía que abrir alguna. Conté cinco desde la del centro y hacia la izquierda y me encaminé a ella. Al abrirla, un resplandor de luz tan fuerte como el propio sol me cegó. En cuanto mi vista me lo permitió, miré hacia arriba esperando ver un agujero en el techo o algo así, pero sólo vi un techo viejo, sin ningún agujero, pero con pequeñas grietas. La luz procedía de otro lugar. Procedía del centro de la estancia. Y allí había un niño. Estaba en el suelo, desprotegido y sin nadie que lo cuidase. Estaba solo, solo en aquella casa mugrienta y pestilente. Pero él parecía tan limpio y tan bello como un ángel; la luz propia emanaba de él. Fui corriendo a cogerle, pero entonces, desperté.
Cada 2 de Agosto se me repetía el mismo sueño, cada 2 de Agosto hasta que encontré al niño, que ya no era tan niño. Seguía pareciendo un ángel, aunque sin alas. Sus ojos verdes eran inhumanos, imposibles, y la luz de su cara, su palidez, su belleza era casi irreal. Casi tanto que me daba miedo tocarlo por temor de que se rompiese.

sábado, 17 de julio de 2010

En el corazón de Kenya. (un pequeño adelanto)


Jambo!
Anoche se puso a llover, estaba bastante confuso por todo lo que había ocurrido y quise despejarme de alguna forma. Necesitaba ver las gotas de agua chocar contra el río, oír el sonido. Corrí entre las acacias y las hierbas altas, como un león... y de repente, creí estar soñando. Una figura pálida totalmente desnuda dejaba que la espuma del pelo le cayese cabello abajo. Era tan largo que llegaba hasta su cintura redondeada. Perfecta. Se movia sensualmente bajo la lluvia y yo no pude apartar los ojos de ella. Quise con urgencia tocarla, acariciarla, observarla de cerca. Sentí que quería tomarla. Era Ayla. Cuando se giró, tuve que esconderme más. Pensé que debía marcharme, que lo que estaba haciendo no estaba bien, que era una traición.. pero sus ojos, me hipnotizaron. Bajo aquella luna parecían todavía más verdes, más espectrales y más llenos de vida a la vez. Un halo de misterio envolvía su cara y su cuerpo al desnudo por delante era todavía más bello. No pude, por más que quise, moverme del lugar en el que estaba. Volvieron a mí las dudas que me habían surgido ya antes... ¿Qué era lo que estaba sintiendo? ¿Sabría ella explicarlo? Pero, de todas formas, presentí que las respuestas no iban a ser buenas.
Imagen de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj25JOXdvBEo3El4b0JaLEbgYvOCRqbduyC2ZmV0QCLUpVKWVwdLpkJhr_ZjNXn_oPMX6XxTJ6p9DRHsWFIXj-V5nEbYjL3BzzRFekqaHFlI4SP8ozeEDJ0acv_9UeK6a-J226cvS36NBE/s320/masai+sunset.jpg

domingo, 13 de junio de 2010

Simple.

Y me gusta pensar que mis manos van a seguir atadas a las tuyas hasta que las cuatro esten tan arrugadas que nos duela mantenerlas cogidas.

sábado, 12 de junio de 2010

Claire.

Claire caminaba por el asfalto con sus converse desgastadas. Desgastadas y grises. Miraba al cielo cada dos segundos, esperando ver una gota fría caer sobre su cara. Tan fría como el hielo. Sí, eso quería. Necesitaba que el entorno se adaptase al ritmo de su corazón hecho trizas. Por aquel entonces, en la Villa todavía nevaba, y Claire guardaba una pequeña esperanza. Quería que nevase como nunca, y quedarse atrapada en su casa. Sin duda, su tendencia suicida había salido a flote tras su nuevo desengaño. Todavía con 17 años, ya sabía qué quería. Ya se había marcado unas metas. Sin embargo, cada vez que intentaba algo, fracasaba. Su vida parecía complicarse por minutos, y nunca sabía salir de las malas situaciones. Le gustaba castigarse por sus errores, aunque no se provocaba dolor, no más del que llevaba por dentro. Se obligaba a no dormir por las noches si se equivocaba en algo, a ayunar por las mañanas y a correr durante 3 horas alrededor de su casa. Sus padres gritaban que estaba loca. Rompía papeles, collares e incluso ropa cuando sentía que no podía más. En una ocasión llegó a quemar su osito de peluche. Pensó en todo lo que había ocurrido durante los últimos años: la muerte de Alissa, sus malas notas, su poco éxito con los amigos, la muerte de su abuelo, su desastrosa imagen que parecía cada día más castigada...
-Disculpa, ¿te he hecho daño? -preguntó una voz que parecía estar muy, muy lejos.
Claire levantó la cara y aclaró su visión medio empañada y descentrada. Vió a un chico. Bueno, vió al chico.
-¿Hola? -repitió esa voz.
-Eh... yo, eh... ¿qué ha pasado?
-Te he arrollado con la bici. Estás en el suelo. ¿Te encuentras bien?
Claire quería gritarle que no, que por supuesto que no estaba bien. ¿Cómo iba a estarlo? Si toda su vida era un desastre.
-Venga, te ayudo a levantarte.
-Gracias -balbuceó ella cuando ya estaba en pie, aunque se sentía exactamente igual que en el suelo.
-Oye, perdona pero, ¿te pasa algo?
Claire calló. Optó por ello. Al fin y al cabo, era un desconocido. No es que si hubiese sido conocido hubiese ayudado, claro está. Ella nunca contaba nada a nadie. Nunca confiaba en nadie.
-Nunca he visto unos ojos tan tristes... No podré olvidarte si sigues mirando así.
Claire sonrió. Hacía tanto tiempo... tanto tiempo que no lo hacía, que casi le pareció que su sonrisa estaba llena de telarañas y polvo y que, seguramente, el chico se habría dado cuenta y saldría corriendo de allí. Pero lo que el chico vio fue diferente.
-¡Vaya! Si sigues sonriendo así, me enamoraré de ti para toda la vida.
En aquel momento, un viejo sentimiento de seguridad se apoderó de la chica. Nunca supo de donde había salido, pero no iba a arrepentirse. Lo había encontrado muy dentro, enterrado y aquel, justo aquel era el momento de sacarlo. Confió. Eso es. Por una vez, confió en alguien. Y ese alguien era ella misma. Se acercó a él en una milésima de segundo y le plantó el beso más dulce que jamás hubiese soñado.
-Me llamo Kai, ¿quieres casarte conmigo? -dijo el chico cuando ella se apartó.

sábado, 29 de mayo de 2010

QVOD NON ME VINCIT, FORTIOREM ME FACIT.

De vegades ens trobem front alguna dificultat que ens mosega el cor, que sen's el menja i el destrueix per dins. I precisament ho fa perquè ens ha pillat desprevinguts, perquè mai esperariem una traició d'eixe tipus d'una persona en la que confiàvem. Però, com va dir Abraham Stoker, del fracàs s'aprén, no del èxit. La vida es aprendre, pas a pas. La vida és caure i alçar-se constantment. La vida és trobar una raó que ens faça no oblidar que la tenim. I per això, i ara sí, c'est finí. S'ha acabat ser la més débil, la que tot el mon puga atacar perquè sap que no fa res més que plorar i plorar i tornar a plorar. És l'hora de pensar en MÍ, de somriure, de ser llum, de no deixar que ningú m'arrebate el que tinc i el que sóc. Perquè hi sóc. Perquè no ho haveu conseguit. Perquè encara en queden, de guerres, i jo seré ací, just ací, per combatir-les totes. I sobretot, per guanyar.

................................................................................................

A veces nos encontramos frente a alguna dificultad que nos muerde el corazón, se se lo come y lo destruye por dentro. Y precisamente lo hace porque nos ha pillado desprevenidos, porque nunca esperaríamos una traición de ese tipo de una persona en la que confiábamos. Pero, como dijo Abraham Stoker, del fracaso se aprende, no del éxito. La vida es aprender, paso a paso. La vida es caer i levantase constantemente. La vida es encontrar una razón que nos haga no olvidar que la tenemos. Y por eso, y ahora sí, c'est finí. Se acabó ser la más débil, la que todo el mundo puede atacar porque sabe que no hace nada más que llorar, llorar y volver a llorar. Es hora de pensar en MÍ, de sonreír, de ser luz, de no dejar que nadie me arrebate lo que tengo y lo que soy. Porque soy. Porque no lo habéis conseguido. Porque aún quedan guerras y yo estaré aquí, justo aquí, para combatirlas todas. Y sobre todo, para ganar.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Bite me the veins.

Supe desde un principio que eras diferente, que no seguías el orden natural de las cosas. No sé si fue ese halo de misterio que te envolvía o tu sonrisa cautivadora. O quizá, quién sabe, quizá fue el destino.
Aún recuerdo aquella noche con la misma intensidad que hace dos cientos años, y todavía hoy puedo sentirte respirar en mi cuello. Besabas tan bien... tan bien que llegué a pensar que eras un ángel, o un demonio. Era excelente, maravilloso, único, irrepetible.. y un montón de adjetivos más que no se han inventado a estas alturas. Me deshacía con cada caricia, con cada roce simple e incoherente de tu cuerpo contra el mío. Con lo más mínimo. Con el más leve de los susurros. Aquella precisa noche, aquella que tantas otras he recordado, aquella... descubrí quién eras. Un brillo feroz apareció en tus ojos cuando me desnudaste. Vi que me olías, poco a poco. De los pies al pelo. Lo vi y supe que si me dejaba, me poseerías de una forma muy diferente a la habitual. Y no pude más que decir:
-Muérdeme las venas.
No entiendo aún hoy por qué motivo lo dije tan levemente, quizá para que no me oyeses bien y pudiese seguir viva... pero lo oíste. Claro que lo oíste.
De repente, sin aviso, sin anuncio, una oleada de sensaciones se mezclaron en mi cuerpo. Primero, sentí tus colmillos clavándose en mi yugular, un dolor agudo al principio, pero dulce al final. La sangre salía a borbotones y sabía que disfrutabas así. Sabía que estabas amándome. Y me gustó. Dulce condena, dulce dolor. Te oía succionar levemente, así como oía a mi corazón latiendo en una carrera desenfrenada ,luchando por no pararse. Y sin más, llegó el frío. Terminaste. Sentí una asfixia intermitente y un escueto picor en el cuello pero luego, todo fue frío. Tanto como el hielo. Miré a mi lado y ya no estabas. Desapareciste. Y el frío ha continuado.

lunes, 26 de abril de 2010

+Obsession.

A veces me siento como un animal. Las ansias por poseerte me derrumban, las ganas de verte me caen encima como un vaso de agua fría a las 7 de la mañana, la falta de tus besos me invade y me golpea como si de un combate cuerpo a cuerpo se tratara. Amo el exceso de tu amor, de tus sonrisas, y desearía mirar tus ojos a cada minuto. Necesito sentirte mío, mío y sólo mío hasta el punto del puro egoísmo. Pero es un egoísmo cegado por la pasión, el amor, la ternura. ¿O a caso no es ternura? Celos, sí. También tengo celos. Pero no soy celosa. Sólo existen en mí porque te noto como una alargación de mi propio cuerpo. Con personalidad, con carisma, inteligencia y actos propios. Pero de MI cuerpo. Y otra vez vuelvo al mi. Y me obsesiona en sobre manera, no puedo evitarlo. Está mal, peor, fatal. Porque eres libre, y la libertad es la mejor de las virtudes y siento que te la exprimo, que la aplasto con el peso de mi miocardio latiendo a contra tiempo. Más, ¿qué hago? Estoy presa en la cárcel de tus ojos y lo peor es que ni si quiera quiero salir. Pero tampoco debo pretender amarrarte a mi cama o a mi misma... ¿o quizá sí? Justo en estos momentos me salgo de la línea recta de mi vida, me vuelco, giro, retrocedo... a cuando aún no tenía claras mis ideas. Y es que has tocado con tu varita mágica mi mundo y no puedo, ni sé, ni deseo deshacerme de tu encanto.

viernes, 9 de abril de 2010

La mirada más triste que mis ojos han visto...


Ni los versos más tristes podrían describir mi tristeza. Ni las lágrimas más ácidas podrían igualarse a mis penas. Ni la más cruel de las cárceles podría hacer justicia y torturarme por borrar tu sonrisa como merezco. Ni un millón de perdones podría servirnos. Porque he derramado tu sangre y juré que nunca heriría tu corazón, porque en cada tic tac del reloj siento un nuevo moratón, porque mi conciencia no está intranquila si no avergonzada, porque todo aquello que he hecho durante tanto tiempo por construir nuestro amor lo he tumbado de una patada, porque ahora mismo merezco la más dura de las muertes y ni si quiera la congoja que siento me permite llevarla a cabo. Si tan sólo pudiera devolverte la mirada alegre, borrarte la sangre hiriente que te ha oxidado las venas, abrazarte y hacerte pensar que de verdad nunca podría fallarte, besarte y que no sintieras repugnancia... Si tan sólo pudiese regalarte un atisbo de confianza, de felicidad. Si con una mirada bastara para que tus dedos quisiesen realmente volver a tocarme. Si pudiese encender de nuevo tu corazón, como si de pulsar un simple botón se tratara. Si únicamente el tiempo me diese un respiro y pudiese retroceder...


lunes, 15 de marzo de 2010

Entras. Te vendo los ojos. Enciendo unas velas. Te beso en los labios, te desnudo. Bajo por tu cuello, tu pecho, tu ombligo. Y toco esas manos... dulces, fuertes, seguras. Me tiembla la fijación, la dureza. Te quito la venda. Me desnudas. Subes, bajas. Besas mi oido, tu lengua recorre mi cuello y desciende. Vuelvo a temblar. Me haces cosquillas. Fluye. Subo yo. Encima de ti. Te quito la ropa interior. Te recorro con los dedos, te saboreo, poco a poco, trocito a trocito. Me extasias con tus besos. Y empieza. Mi miocardio se desborda, como si se tirara por un puente, como si quisiese salir, volar, ser libre. Encontrar el tuyo. Entras. Te unes. Nos unimos. De dos, sólo uno. Y suspiras, y suspiro. Y te veo. Y te amo. Y sólo así puedo olvidar mis miedos. Pero como todo, acaba, con un placer infinito, más allá del vulgar acto sexual.. mucho más allá. Es la unión de dos almas, amantes, prisioneras la una de la otra, como el sol y la luna entremezclándose. Dos polos opuestos atrayéndose. Y para siempre te tendré y para siempre me tendrás.

domingo, 31 de enero de 2010

Sólo respira.

Permite que la lluvia roce tus párpados, que la luz del sol penetre en tus pupilas.
Escucha el rugir de las hojas en otoño.
Deja que la gente te mire, deja que te aprecien.
Besa a otra chica, siente su calor.
Porque en cada una de las cosas que percibas cuando yo no esté aquí, podré materializarme.
Sólo tienes que dejar que lo haga.
Las hojas rugiendo serán mis lamentos, y la lluvia mis lágrimas, pero el sol, el sol será mis sonrisas: Todas y cada una de las sonrisas que me has sacado.
Abraza a un suspiro y me estarás abrazando. Seré yo quién suspira pese a que lo oigas en los labios de otra persona. Seré yo que suspiro por ti, por todo eso que ya no podré decirte, por todo eso que no podré volver a sentir.
No estaré lejos y siempre, siempre te escucharé.
Pese a que no haya nada más, pese a que sólo haya oscuridad, sé que podré ver. Siempre he podido hacerlo, aunque fuera sólo un poco, siempre que has estado respirando cerca. En cada instante estaré ahí, al lado, lo suficientemente lejos para que seas feliz y lo suficientemente cerca para serlo yo.

miércoles, 13 de enero de 2010

I hate your pity!


Solía vivir en sueños pero algún día bajé de las nubes.
Tropecé, sí, eso es. Pero fue una y otra vez, y cada vez que mi cuerpo conseguía levantarse, cada vez que sentía que tenía fuerza, valor para seguir, algo me hacía volver a caer.
Vivo la vida como una lucha continua, como si fuera un guerrero luchando por su patria... y siempre me alcanza una lanza, un disparo, una flecha, y luego otro disparo. Y me desplomo en el suelo, esperando a que vengas y me prestes ayuda, pero no, no lo haces y tengo que mantenerme mordiendo el polvo, hasta que la ira enfurece mis músculos y consigo ponerme de pie.
¿Por qué no puedo quedarme en pie? ¡No quiero caer! Me disgusta ser tan débil, odio tener que depender de tu compasión.

sábado, 9 de enero de 2010

!

Atrapada en esta oscuridad, miro aquí y un poco más allá.
El deseo de respirar se hace cada vez más fuerte, pero no puedo, y me hundo.
Me abrasan las venas y el corazón se me rompe en cada latido.
Con los ojos rojos y la voluntad destruida, con la voz quebrada y la rabia penetrando en cada célula, con las sonrisas pasadas arremolinándose en el vacío, me mantengo en el mismo punto.
Sin poder hacer nada más que aguantar, o en este caso, no aguantar.