domingo, 5 de septiembre de 2010

Depresión del día 5.

-¿Dónde estás? -repetí, esperando oír una respuesta cercana.
¿Dónde estás? ¿Dónde queda? Todo aquello... parece que todavía puedo oír las risas, aquellas que creímos eternas. Parece que todavía veo tu cuerpo pegado al mío sobre la cama. Los recuerdos pasan, deprisa, uno por uno, lejanos, intangibles. Las lágrimas me resbalan por la cara mientras intento parar en uno de ellos, o quizá retroceder en el tiempo y volver a vivirlo... pero sigo oyendo el maldito tic-toc del reloj, que no cesa y me castiga. El tiempo. Qué curioso, nunca pensamos que se nos fuese a acabar, nunca tuvimos en cuenta que, quizá, existía la posibilidad de que las cosas no funcionaran. Y ahora todo se diluye y en mi mente vuelve el vacío, que no es ni blanco, ni negro.

2 comentarios:

Ainhoa P. dijo...

Los recuerdos duelen, duelen tanto que muchas veces nos gustaría encerrarlos en una caja llena de candados y tirar las llaves al mar.

Duele recordar un bonito amor, pero no todo se nos acaba cuando termina, la vida, aunque a veces nos de palos terribles, nos tiene guardadas sorpresas increibles.
Uun beso.

mlle.Chen dijo...

Y es cuando nos volvemos nostálgicos.

De vuelta por este mundillo,
besoos.