lunes, 26 de abril de 2010

+Obsession.

A veces me siento como un animal. Las ansias por poseerte me derrumban, las ganas de verte me caen encima como un vaso de agua fría a las 7 de la mañana, la falta de tus besos me invade y me golpea como si de un combate cuerpo a cuerpo se tratara. Amo el exceso de tu amor, de tus sonrisas, y desearía mirar tus ojos a cada minuto. Necesito sentirte mío, mío y sólo mío hasta el punto del puro egoísmo. Pero es un egoísmo cegado por la pasión, el amor, la ternura. ¿O a caso no es ternura? Celos, sí. También tengo celos. Pero no soy celosa. Sólo existen en mí porque te noto como una alargación de mi propio cuerpo. Con personalidad, con carisma, inteligencia y actos propios. Pero de MI cuerpo. Y otra vez vuelvo al mi. Y me obsesiona en sobre manera, no puedo evitarlo. Está mal, peor, fatal. Porque eres libre, y la libertad es la mejor de las virtudes y siento que te la exprimo, que la aplasto con el peso de mi miocardio latiendo a contra tiempo. Más, ¿qué hago? Estoy presa en la cárcel de tus ojos y lo peor es que ni si quiera quiero salir. Pero tampoco debo pretender amarrarte a mi cama o a mi misma... ¿o quizá sí? Justo en estos momentos me salgo de la línea recta de mi vida, me vuelco, giro, retrocedo... a cuando aún no tenía claras mis ideas. Y es que has tocado con tu varita mágica mi mundo y no puedo, ni sé, ni deseo deshacerme de tu encanto.

viernes, 9 de abril de 2010

La mirada más triste que mis ojos han visto...


Ni los versos más tristes podrían describir mi tristeza. Ni las lágrimas más ácidas podrían igualarse a mis penas. Ni la más cruel de las cárceles podría hacer justicia y torturarme por borrar tu sonrisa como merezco. Ni un millón de perdones podría servirnos. Porque he derramado tu sangre y juré que nunca heriría tu corazón, porque en cada tic tac del reloj siento un nuevo moratón, porque mi conciencia no está intranquila si no avergonzada, porque todo aquello que he hecho durante tanto tiempo por construir nuestro amor lo he tumbado de una patada, porque ahora mismo merezco la más dura de las muertes y ni si quiera la congoja que siento me permite llevarla a cabo. Si tan sólo pudiera devolverte la mirada alegre, borrarte la sangre hiriente que te ha oxidado las venas, abrazarte y hacerte pensar que de verdad nunca podría fallarte, besarte y que no sintieras repugnancia... Si tan sólo pudiese regalarte un atisbo de confianza, de felicidad. Si con una mirada bastara para que tus dedos quisiesen realmente volver a tocarme. Si pudiese encender de nuevo tu corazón, como si de pulsar un simple botón se tratara. Si únicamente el tiempo me diese un respiro y pudiese retroceder...