lunes, 26 de diciembre de 2011

Indecisión.

Hasta aquí hemos llegado, hasta este punto exacto y yo, no sé dónde estoy. Rabia, temor. Eso siento si pienso demasiado. Por ello prefiero dormir antes que pensar, pero incluso durmiendo mi mente teje historias que luego olvido por completo pero me dejan un amargo sabor en la boca. Sabor agrío, cargado de preguntas. Vicio, malestar, costumbre. Quién sabe. Sólo sé que me arden las venas al pensar que puedes desaparecer, al pensar que si te quedas todo se quemaría otra vez. ¿Solución? No la hay. ¿Respuesta? Tampoco. Y sin embargo, si sigo pensando descubro que no te quiero a ti, quiero otra cosa. Más dopamina, aire, experimentar, cambiar. Un montón de besos fortuitos que no signifiquen nada pero que digan mucho. Un montón de verdades escondidas detrás de unos ojos profundos, alcanzables. Un montón de él. Si pudiera, si eso fuera posible, iría a hundirme en el torrente de sus palabras, que afloran sin cesar ordenadas, una tras otras y a penas sin espacio de tiempo para dejarme imaginar otra cosa que no sea él mismo mientras mi cuerpo sin orden ni concierto muestra espasmos que soy incapaz de controlar, tales como medias sonrisas o el movimiento agitado de mis dedos sobre la mesa. Y volvemos al punto inicial. Caminos, sentimientos contradictorios, miedo, cariño, desesperanza. En días como hoy me encantaría arrancarme el cerebro de la cabeza para que dejara de dar vueltas a cada maldita posibilidad, a cada sencilla razón por la que quiero y no quiero. 


"De tan grande es demencial, no detecto una señal, nunca encontraré el lugar donde al fin me entienda. [...] No volveré a hacerlo más, no he encontrado respuestas. ¿Y si no regreso jamás y este ruido no cesa? Mundos que van a estallar si mi vida está opuesta. Y yo ya no puedo hacer más, este más siempre resta."
(Love of Lesbian - Universos Infinitos)


jueves, 8 de diciembre de 2011

Dopamina.

De repente me encuentro calculando distancias entre tu cuerpo y el mío. 
Tus manos, cercanas, rozaron las mías por unos segundos. Podrías haber notado la sangre correr si te hubieses detenido presionando un poco más. Sólo un poco de cercanía, quizá, hubiese sido perfecto. Todavía puedo notar tu mirada clavada en mi clavícula, tus ojos deseando tocar con las pestañas los huesos que sobresalen. Puede que también te dieses cuenta de las ganas que tenía de poner mi dedo en tus labios y hacerte callar. Soy un poco salvaje, mi mente hilvanaba unos pensamientos con otros mucho menos decentes al compás de todas tus palabras. Y sin embargo, no dejé de prestarte atención. Te sentía en cada letra que escupías, me dejabas ver todo tu ser. Sincero, simple, lleno. Ideas y más ideas. Y ahora, pensándolo bien, ideas... de ésas tengo muchas. Trato de pensar sobre las cosas realmente importantes, sobre todas esas cosas que me enseñaste, pero ya no puedo. Me bloqueas, me deshaces, me desnudas con esa sonrisa medio apagada. Ya ves, la he vuelto a liar. Mi intuición femenina me dice que hay algo detrás de ti, algo que insinúas pero no dices. Algo que, quizá, signifique lo mismo que yo trato de decirte con cada una de mis miradas. Tengo curiosidad, podría equivocarme... y de día suelo pensar que lo estoy, pero cuando llega la noche imagino lo ideal que sería que fuera cierto. Lo perfecto que sería juntar mis labios con los tuyos y dejar que el tiempo pasara, se escapara, volando hacia otro lugar. Sin dolor, sin pensar, sin más. Porque no nos engañemos, pasar tiempo contigo es colocarme de dopamina. Hasta arriba. Pero, siendo sincera, me importaría muy poco morir intoxicada, llegar a la ataraxia o al Nirvana. Así que, atrévete, elévame, susúrrame al oído y todo estará hecho. No necesito más, puede ser tan fácil como intenso y si me dejas,  yo puedo subir tu frecuencia cardíaca a doscientos por minuto.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Fall seven times, stand up eight.

Nos empeñamos en conocer a quien no quiere conocernos, nos obcecamos en conseguir lo que no podemos tener, nos obsesionamos con metas inalcanzables, esperamos que los demás hagan lo que nos gustaría que hicieran. Absurdos humanos. Al final siempre acabas cayendo en la cuenta de que no vale la pena, de que lo único que vale eres tú mismo porque los demás, todos, antes o después, siempre te fallan. Incluso tú mismo te fallas, pero por lo menos sabes que no puedes dejarte solo, que siempre vas a estar ahí para secar tus propias lágrimas y que cuando los demás te ignoren, cuando te humillen, cuando te infravaloren, tú estarás ahí para recordar que tienes que levantarte. No esperes nada y si puedes, amate más a ti mismo que a los que te rodean. Prepárate para los golpes, porque vendrán de todos los lados posibles. Construye tu escudo con cada gota de sangre que derrames, con cada porción de ti que quede destruida y si caes, piensa que lo mejor de caer es alzarse.

Yo, no me arrepiento de haber tenido sangre en las venas. No me arrepiento de que mi sangre ardiera por ti, De lo que me arrepiento es de no haber apagado el fuego a tiempo, antes del incendio, antes de quedarme reducida a cenizas otra vez. Pero no, este no es mi final. Aunque os empeñéis en torcerme el camino, en llenarlo de piedras. Yo seguiré caminando. Adelante, siempre adelante.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Tercera guerra mundial.

La tercera guerra mundial se libra en mi interior.
Asfixio las palabras mientras ellas pugnan por salir, reprimo los terribles instintos que me asedian por dentro y me carcomen el alma, trato de frenar mi corazón y controlar mi respiración cada vez que apareces de repente. El hambre de ti aumenta cada día a pesar de que racionalmente sé que eres imposible. Irrealizable, incognoscible, lejano. Y cuanto más lo sé más vuelvo a ti, más te pienso, más te escribo, más te siento. Bombas nucleares explotan en mi interior, cócteles molotov, granadas de mano. Me desangran, me hacen agonizar. Lucho por levantarme, por seguir, lucho porque siempre he luchado, lucho por olvidar, por vivir, pero no lo consigo. Te busco en mis sueños, pregunto por ti, me señalan donde estas y voy corriendo a alcanzarte, corro cada vez mas rápido pero a cada paso estás más lejos. Despierto empapada en sudor, a veces llorando, a veces creyendo que ha sido real. Siento caos. Cuando lo ordeno todo, vuelves para desordenarlo con una frase, una palabra, una mirada. Y cada vez que eso ocurre te diría que te quiero, aquí y ahora y a todas horas, que te quiero aunque no me quieras, que te deseo con todas mis fuerzas y que todo lo que te daría jamas vas a encontrarlo en otro lugar. Te diría que yo haría el amor contigo, no la guerra, te diría que por ti lucharía mil batallas incluso sin armamento. Te diría que lo único que necesito para seguir luchando contra el mundo eres tú. Pero tú no quieres pelear por la felicidad, dejas que el monstruo te coma por dentro y me alejas de ti sin darte cuenta de que a cada intento estoy mucho más cerca, y tú estás mucho más dentro.

sábado, 29 de octubre de 2011

Adiós,

Rompiste mis esquemas. Cuando llegaste todo se volvió de otro color. Y en cada gota de tinta negra sobre el papel de nuestra historia me veía dándolo todo, entregándote hasta las mas ínfima porción de mi ser. Luchando. No quería perderte, a pesar de las puñaladas, a pesar de el llanto. Después llegó ella. Siempre creí que quien acabaría con lo nuestro sería una mujer, pero fue una enfermedad. Aquella noche fue espantosa. Todavía puedo verme mirándome al espejo sin saber quién era ni donde estaba, o sentada en el frío suelo gritándole al vacio mientras sentía que me ahogaba y que me iba a desmayar. Cambiaste, comenzaste a cuidarme, a adorarme. Me querías, puede ser. Pero entonces no te quise yo. Te había dado toda mi vida, toda mi adolescencia. Quise respirar y para respirar había que decir adiós.Y hoy ya no recuerdo tus besos, ni las tardes perdidas en cualquier banquito, ni las coca-colas, ni las palomitas, ni las noches de sofá viendo películas, ni el cine, ni los conciertos, ni el tren, ni el sonido de la lluvia cuando caía sobre nuestro paraguas. No recuerdo tus te amo, ni los juegos, ni las tardes en tu casa, ni las chucherías que siempre te quitaba. Tampoco recuerdo las cenas de aniversario, ni los san valentines, ni los regalos, ni tus cartas, ni si quiera tus miradas cuando decías algo con los ojos. Todo eso ahora está hecho pedazos, sólo son deshechos, todo lo que queda son hojas rotas, fotos rotas, tickets de cafetería a medio quemar. Sólo recuerdo los gritos, las luces apagadas, la asfixia, tu espalda mientras lloraba, los insultos, las insinuaciones, tus reproches, tus errores, los míos. Todo se ha ido. Ya no siento nada, ya no veo nada. No sé hacia donde voy, ni hacia donde debo ir. No sé quién eres, no sé si alguna vez algo ha tenido sentido. No sé, no sé. Y por no saberlo, sólo puedo decir otra vez: Adiós,

 
"It's like you're screaming but no one can hear. You almost feel ashamed that someone could be that important, that without them you feel like nothing. No one will ever understand how much it hurts. You feel hopeless like nothing can save you. And when it's over and it's gone, you almost wish that you could have all that bad stuff back so you could have the good"
(Agyness Deyn for Rihanna ft Calvin Harris - We found love)


Imagen: Sadrainbow.

Her name is anxiously.

Levantarse de la cama o del sofá y sentir que la cabeza te va a estallar en mil pedazos. Oír la sangre resonando en ella. Pam, pam. Llorar, asfixiarse y volver a llorar. Sentarte en el suelo a temblar, sola. Gritar con la boca en la almohada para que no me oigan los vecinos. Pensar, pensar y volver a pensar y decirme "no he de pensar". Creer que estoy mejor y volverme a caer. ¿Qué puedo hacer? No hay salida. Llorar. Soledad. Callar. ¿Cómo decir que no puedo estar sola? ¿Cómo hablar del maldito frío que me cala el cuerpo todo el tiempo? ¿Cómo expresar que necesito un abrazo?
Llueve, día gris. Me levanto y siento el dolor antes de dar el primer paso. Maldita sea. Te odio. Caigo rendida en la cama otra vez, sabiendo que así no se va a ir pero dejando que me absorba. Confusión, me vuelvo a dormir. Sueño que te estoy buscando, veo a todo el mundo. Todos están aquí, a todos les pregunto por ti. Me señalan un lugar y yo corro hacia él, pero nunca llego. Cuando despierto otra vez el dolor es peor.
Quiero escapar. Irme de aquí. Lejos, donde no haya nadie a quien conozca, nadie que me haya hecho daño, nadie que sepa que puede hacerme daño. Otro mundo, otra realidad. Desvanecerse, dejar de sangrar, dormir, respirar. Quiero, quiero... quiero un camino. Un camino que seguir, sin piedras. Y quiero alegría, sonrisas, mermelada francesa y café vienés. Abrazos a todas horas, besos, lealtad, complejidad.

sábado, 22 de octubre de 2011

Mis gritos envasados al vacío reventaron al fin.

Resuenas en mi cabeza. Apareces en las expresiones de otra gente. Te veo, te veo cuando no estás, en todos los lugares. Siento que me persigues. Pero no eres tú, no eres tú. Me llena de rabia que no seas tú. Qué estupidez. Puedo besar otros labios pero me saben a trapo, puedo tocar otras manos pero me parecen estatuas, puedo escuchar otros suspiros pero me recuerdan a un monstruo. Y sigo, y pasan los días, y corro... y te veo y corro más fuerte. Y la sangre me golpea la sien, una, dos, tres. Fuerte, fuerte, no se va. Y grito, muy alto: ¡Fuera! Abro la ventana y respiro, y miro al cielo y se me nublan las estrellas. Entonces es cuando me asfixio, pero no lloro, ya nunca lloro. No hay nadie, y me pierdo en el agujero de la angustia. Unos minutos. Cuando termino abro los ojos y te veo otra vez, tu nombre escrito en la pared. Una maldita pesadilla. Una puta obsesión. Droga. Experimento momentos de lucidez, y me pongo la máscara. La he ideado yo, es perfecta ¿verdad?. Simpatía, pasotismo, relax. No sé si te lo crees. No sé si te das cuenta. No sé si eres muy tonto. Escribo casi cada noche. Mensajes que nunca te envio. Textos que nunca publico. Locuras. Si lo leyeras, pensarías que estoy loca. Miau... me arañas. No te entiendo, te desentiendes de todo pero pides perdón. Me dices "no" pero mantienes la "amistad". Amistad... falsedad. Porque es falsa ¿sabes? Porque detesto ser tu amiga, detesto contestarte "hahaha" y "xDDD" y hablar contigo sobre banalidades. Porque ¿sabes? No te lo he dicho nunca, pero estoy enamorada. Y te hablaría de verdad si no fuera porque no me creerías. Porque no te importaría. Te contaría mis sueños, mis gustos, mis sorpresas... y luego te haría el amor, tumbados en el suelo, o en la parte de atrás de tu coche, en cualquier lugar, fuera cual fuera, pero no dejaría de mirarte a los ojos. No mientras brillaran, si brillaran por mí. Recuerdo que al hablar de ella te brillaban mucho, y bajabas la cabeza, y ahora brillan los míos... Lloro. Te he mentido. Sí que lloro, pero sólo un poco. No me lo tengas en cuenta. Si estuvieras aquí ya no lloraría, si estuvieras aquí y me hablaras de cosas estúpidas, y me contaras todas esas historias sobre tus amigos, y tus rarezas... esas rarezas por las que sigo así. Sonreiría, me dolería la boca de tanto sonreir... o de tanto besarte, si me dejaras. Si volvieras a esconder la cara en el asiento para que no te viera los dientes, mirándome fijamente. Si volvieras a susurrarme "tienes que parar, uf, Lara, para", con la voz entrecortada.
Pero ya lo sé, no volverás. 



"Ya no hay ganas de seguir el show, ni de continuar mintiendo.
Me pregunto quién pensó el guión, debe estar bastante enfermo.
Putas ganas de seguir el show, y de continuar mintiendo"
 (Love of Lesbian - 1999)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Libertad, felicidad.

Paso tras paso te dejaba atrás, respiración tras respiración te iba expulsando y cerraba los ojos y corría más y más fuerte, esperando poder llegar a la luna, o al sol, para estar tan alta que pudieras verme pero jamás alcanzarme. Para que tuvieras que alzar el cuello para mirarme. Y seguía corriendo, sin pensar y sin sentir, no sentía nada, ni las piernas ni los brazos, sólo una tenue respiración en mi cuello que denotaba que seguía con vida, aunque yo sabía que en realidad estaba más viva que nunca. Mi mente se aclaraba, se alejaban las sombras oscuras y sus garras putrefactas, los recuerdos, los gritos, las pesadillas. Y con cada zancada añadía un poco más de sinceridad a mi sonrisa, un retazo más de bienestar. Y al final de la carrera yo era feliz, y estaba en el cielo, muy arriba, muy arriba, y tú, y él, y ellos estabais todos aquí, mirando a la niña de la sonrisa rota con una sonrisa nueva, segura de sí misma, orgullosa de lo que había hecho, porque esta vez no se habia valido de nada ni de nadie para llegar al éxtasis. El éxtasis estaba dentro de ella y sólo tenía que correr para que aflorara. 


Imagen: Sadrainbow

lunes, 19 de septiembre de 2011

Paint abandons canvas.

El retrato abandona el lienzo. Como un espejismo viene hacia a mí, brillante, fría. Cada poro de mi cuerpo se estremece. Ella sigue avanzando, sus ojos huecos clavados en los míos, su cara de niña pálida, cruel. Sus labios murmuran algo que soy incapaz de comprender. Y mientras tanto, yo intento caminar, huir. Mis pies retroceden lentamente hasta que mi espalda toca la pared. Trato de meterme dentro de ella apretando con fuerza todo mi cuerpo, pero no da resultado y entonces, ocurre. Ella llega hasta mí y me alcanza, se mete en mi interior y abrasa cada célula. Quedo confundida y aturdida unos instantes mientras ella vaga por mi cuerpo como si le perteneciera, chupando cada gota de mi sangre. Finalmente exhalo mi último suspiro lleno de rabia pues sé que mi alma se irá con ella, directa al fondo del Averno.


  


"As the water drips from the sky I start to wonder if I’m still alive. Then I have to find an answer...Could it be that it was a dream and I’m still beside her? I may be wrong but your brilliance is my darkness. Your body is an illness."

miércoles, 17 de agosto de 2011

Un momento.

Sólo un momento, un segundo, dos, quizás. Tan sólo eso ha servido para que vuelvas a mi mente, para que vuelvas a ser imposible de sacar de ella. Me sumergería en tus ojos, tan dulces, tan inocentes, del color de la coca cola. Me perdería en tu piel, tan blanca, tan suave. Ahora lo sé bien... cuanto más te alejes de mí, más adentro te voy a tener, más clavado en los huesos, más profundo dentro de mi corazón. Lo nuestro no fue nada, días que se pudieron contar con los dedos, pero ahora esto es una tortura. Verte y no poder hablarte, vivir reprimida, tratando de olvidar tu número de teléfono, tratando de olvidar tus besos... Besabas como si se acabara el mundo, como si no hubiese mañana, como si supieras, en el fondo, que toda esta historia no podía acabar bien. Y yo te besaba sabiendo que se me acababa el tiempo, porque lo sentía... lo veía en ti, en tu forma de hablarme de ella. Tuve que haberme controlado, ójala me hubiese dicho a mi misma "basta, vas demasiado rápido, no puedes ilusionarte tanto". Ójala hubiese podido hacer caso a mi mente por una vez. Sin embargo, aquí estoy, pidiendo deseos a estrellas fugaces, rezando, esperando que llegue el momento en que por fin pueda verte sin que sienta que se me va a salir el corazón... Me juré a mí misma que ese día llegaría pronto, pero como siempre, incumplo las promesas que me hago. Soy incapaz de borrarte por completo, de odiarte, de pensar en ti como uno más del montón y no entiendo por qué... No lo entiendo. Sé que tendría que ignorar tu simple existencia, y en cambio lo único que quiero es sentirte cerca. Busco tu sonrisa entre la gente, casi sin darme cuenta. Miro y deseo ver tus ojos, aunque sé que me harán daño. Añoro tu voz, tu boca, aunque sea la misma que me gritó. Y me hundo en el fondo de esta miseria, ahogo mis penas en vodka, sabiendo que no servirá de nada, sabiendo que mañana al despertar volverás a estar ahí, vagando por mi mente, haciendo que me estremezca al pensar en ti...


"No quieres hablar del tiempo,
aunque esté de nuestro lado...
y hablas para no oirme,
y bebes para no verme.
Yo callo y rio y bebo,
no doy tregua ni consuelo."

sábado, 9 de julio de 2011

Fire

Acómpañame a fumarme los pedazos de mis sueños rotos, a beberme de un trago los recuerdos, a gritar al mundo entero que lo odio. Corramos entre las calles de papel y observemos las estrellas de pega que brillan sobre la pista. Ríete de mí y yo sonreiré. Pero sobretodo, mírame. Mírame y dime con los ojos que el fuego no está extinto, que las cenizas volverán a prenderse y los abrasarán a todos.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Recuerdos que nunca se borran.

Sobre aquella cama tan lejos de la arena, tan lejos del mar... Sonaba en nuestros oídos el ruido que hace al chocar, la brisa. Mi boca transmitía la brisa marina a lo largo de todo tu cuerpo, soplando en cada rincón. Yo era el mar, que te acariciaba levemente con alguna de sus gotas, un poco de saliva, y de un momento a otro envestía todo tu cuerpo en una oleada firme con la lengua. No había disfraz. Luego el movimiento de mi cuerpo sobre el tuyo, mientras mis manos trazaban granos de arena por tu espalda. La marea subía. Y luego tú. Y tras ello los dos. Apunto de ahogarnos entre nosotros mismos. Una asfixia repetida, simbolizando todo aquello que a diario nos angustia y que dejamos atrás, con aquel momento simple y complicado a la vez en el que todo se borra y el tiempo se detiene, a penas unas milésimas, o quizá algunos segundos


"Mani che incontrano mani, labbra che sfiorano i seni. Sento il respiro più forte e mi accorgo che è qui tutto ciò che vorrei. Lacrime come diamanti...perse tra mille correnti. Spengo la luce, t'accendi. Lo sento, lo senti.. ed è quello che vuoi." (Sugarfree)

jueves, 7 de abril de 2011

El dolor del silencio.


Los silencios no hablan, pero dicen de ti mucho más que la mayoría de tus palabras.

Quisiera saber qué escondes detrás de esa máscara. ¿Dolor, burla, vacío? No puedo leer en tu cara hierática... o quizás mis ojos se nieguen a ver lo que tanto temen. Lo único que sé y que he aprendido después de tanto tiempo es que no hay nada en este mundo que pueda herirme más que un silencio de los tuyos.



lunes, 14 de marzo de 2011

...

-Le arrancó el corazón y después lo pisoteó. La oía llorar. Incluso en sus sueños podía percibir sus lamentos, como si estuviese justo al otro lado de la pared, como si estuviesen cerca. Pero no le importaba. Él la veía asomarse a la ventana, subir a los andenes del tren, mirar a la carretera... y no decía nada. Sabía perfectamente cómo se sentía, podía percibir su dolor en su propia mente, la conocía como a la palma de su mano y sabía que acababa de destruir su vida, que su autoestima había quedado enterrada a kilómetros bajo tierra, pero eso no era importante. Su egocentrismo valía más que miles de lágrimas. Su orgullo prevalecía sobre cualquier muerte. Él era él, y ella... ella no era nada.

sábado, 26 de febrero de 2011

sweet agony fills my lungs..

La confusión se hace patente en mi cerebro.. llega y todo lo abrasa. Mi voz quiere gritar, quiere gritarte... pero mis labios, rebeldes, sólo besarte. La luz se va apagando, a cada segundo es más tenue.. y mi rabia más fuerte. Como un perro fiel me mantengo a tu lado, sin sacar las garras.. y mis horas se pasan ideando aquellas que están por llegar y que contigo serán. Pero luego se rompen, se evaporan como el agua caliente... Dices la palabra maldita, la de las horas de espera... todo lo pospones y mi corazón, sangrante llora la ausencia de abrazos. Soledad. Desesperación. Horror. Cansancio. Todo lo siente, todo lo llora. Mis palabras intentan alcanzarte, intentan que respondas con otras que a mí me alcancen... pero tú no respondes. Mi mente se queja de mí, me dice que está harta, que necesita concentración, que necesita dormir.. "Muérete" -le dice al corazón- pero no sabe que si él muere ella desaparece... y que ahora, el pobre, mientras ella le reprime, está agonizante, quemándose en el fuego de la incertidumbre, del no-saber, del no entender.... del "mañana" .

sábado, 8 de enero de 2011

A

El simple hecho de estar mirándote o el simple hecho de recordarte... dos sensaciones distintas, dos tiempos distintos -presente y pasado- y, sí, son distintas. Ahora recuerdo tu piel bañada por el sol, al lado del océano. Tenías el cuerpo lleno de arena, arena que te hacía brillar como si fueras una perla preciosa. Estábamos muy juntos, ahogados por el calor del sol y por el calor que sentíamos al mirarnos. Vi un tu mirada una luz tan intensa, un brillo tan etéreo que me dejó sin habla. Mis dedos recorrían tus manos debajo de la toalla, pero no querían hacer eso. Y mi boca tampoco quería estar quieta. Un escalofrío me recorrió, me hubiese abalanzado sobre ti si no hubiese habido tanta gente alrededor. El azul del mar no era nada comparado con el verde de tus ojos.
Otro día, un día cualquiera, uno de miles. Estábamos acostados sobre la cama. Dormías. Dormías y yo te miraba de reojo, simulando que leía un libro, por si acaso te despertabas y me veías ensimismada en ti. Tu piel desnuda resplandecía blanca, mientras la luz del día se asomaba por mi ventana. Hubiese dado cualquier cosa por parar el reloj en ese mismo instante.
Noche, a oscuras, en lo alto de la ciudad, divisándola por entre los árboles. Y tú, tú y yo y una cámara. Y el viento. Hacía mucho viento. Estabas realmente sublime.
Día, vestido de blanco y beige, con el flequillo tan largo como a mí me gusta. Perfecto. Una mota de perfección entre la multitud. Una sonrisa cautivadora.
Tú, desnudo, con vaqueros y camisa y unos zapatos que no van a juego. O tú, con el pelo y el cuerpo mojado, o tú, cubierto de sudor tras correr largo rato. O tú, mirándome al otro lado de la mesa de madera de aquel restaurante, sonriendo. O tú, sin afeitar, sin depilar, vestido con tu pijama a rayas azules y con el pelo deshecho. O tú, acabado de despertar. O tú, un sábado por la noche, a la luz de la luna llena. Perfecto, con cada letra, con cada sonido. Per-fec-to. Separado o junto, da lo mismo. Increíble, sensacional, maravilloso. Tú.