miércoles, 12 de octubre de 2011

Libertad, felicidad.

Paso tras paso te dejaba atrás, respiración tras respiración te iba expulsando y cerraba los ojos y corría más y más fuerte, esperando poder llegar a la luna, o al sol, para estar tan alta que pudieras verme pero jamás alcanzarme. Para que tuvieras que alzar el cuello para mirarme. Y seguía corriendo, sin pensar y sin sentir, no sentía nada, ni las piernas ni los brazos, sólo una tenue respiración en mi cuello que denotaba que seguía con vida, aunque yo sabía que en realidad estaba más viva que nunca. Mi mente se aclaraba, se alejaban las sombras oscuras y sus garras putrefactas, los recuerdos, los gritos, las pesadillas. Y con cada zancada añadía un poco más de sinceridad a mi sonrisa, un retazo más de bienestar. Y al final de la carrera yo era feliz, y estaba en el cielo, muy arriba, muy arriba, y tú, y él, y ellos estabais todos aquí, mirando a la niña de la sonrisa rota con una sonrisa nueva, segura de sí misma, orgullosa de lo que había hecho, porque esta vez no se habia valido de nada ni de nadie para llegar al éxtasis. El éxtasis estaba dentro de ella y sólo tenía que correr para que aflorara. 


Imagen: Sadrainbow

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me alegro por ti