domingo, 12 de diciembre de 2010

04:52 am -versos confusos en la madrugada-

Está bien. Tengo la vida perfecta. No hay nada que pueda desear y no pueda tener. Absolutamente nada. Quizá no pueda tenerlo en este momento, quizá me haga falta tiempo, pero puedo. Sin embargo algo siempre me preocupa, siempre se esconden detrás de mis huesos pequeños y grandes miedos. Las pesadillas se repiten, vuelven con diferentes formas, cambian su duración... pero cada vez son más reales. Y entonces surge el temor otra vez y me da miedo perderlo todo. Todo. Todo es una palabra muy abstracta... puede abarcarlo "todo" o puede abarcar simplemente una única cosa que sea más que todas las demás para ti. Y eso es, no es nada material, nada que el dinero pueda comprar, nada que puedas modificar a tu gusto, nada a lo que añadirle detalles porque es bello como está. Y tienes miedo de perderlo porque sabes, que sí, claro, quizá podías encontrar otra cosa -¿y por qué no?- pero no sería lo mismo. Cuando algo es especial sencillamente lo es, y punto. Los momentos vividos nunca se repiten. Nunca nada es igual. Y menos si ese nada es tu todo. Las sensaciones del primer amor no pueden volver a experimentarse, sólo el primer amor te las puede causar. Algo que ha sido el centro de tu vida, algo así como el sol en tu galaxia, no se puede borrar. ¿Qué pasaría si Venus se saliera de la órbita del Sol? Quizá cayera en un agujero negro... podría también encontrar una estrella pero no tendría fuerza para entrar en su órbita, imposible. Y si le preguntaran, tampoco querría. Seguro que gritaría: ¡Quiero a mi estrella!
Lo cierto es, que una vez experimentado el terror de perder aquella única cosa por la que darías todas las demás, el miedo ya no se aleja de ti, ni si quiera aunque esa cosa regrese. Es extraño. Por entre los huecos de el cerebro se te va encajando ese profundo sentimiento de inseguridad, de cuidar cada paso, de quererlo más. Necesitas de su voz, de su aliento como del aire para respirar. Es VIDA. No es fácil describirlo. Abusas. Abusas del tiempo que compartes con esa maravilla y quisieras que nunca acabara, exprimes cada momento porque sabes que puede ser el último, miras sus ojos y caes en ese profundo pozo indescriptible... Primero verde, luego marrón. Es como estar mirando un prado, es como tumbarse en un prado a mirar las estrellas. Pura poesía.
Así que eso es lo que eres, poesía. Es mi palabra favorita ¿sabes? No sé por qué, se me llena la boca si la susurro. Suena a melodía, a amor, a un concentrado de sensaciones, a el verbo "transmitir", y todo junto, en la misma palabra. Suena a ti, a todo lo que te hace diferente, a tu sonrisa. Suena a los sueños que tengo cuando dejo atrás las pesadillas, suena a los momentos en que haces de mi vida un sueño. Suena a lágrima, a una lágrima sola y pura, pero de felicidad. Y a muchas otras, ardientes y saladas llenas de dolor... también a carcajadas de esas que salen de repente o después de alguna broma absurda. Me encanta. Sería bonito poder recitar poesía en medio de una de esas de mis pesadillas... qué digo recitar, mejor, cogerte de la mano y llamarte y que con solo eso borrases todas las brumas y la pesadilla se convirtiera en sueño.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Alzheimer.


Había algo en sus miradas...
Sus ojos decían que me conocían, y susurraron mi nombre, pero al ver que yo no sabía quiénes eran una lágrima descendió por la cara de una, mientras que la otra bajó la mirada. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Al principio creí que querían robarme, así que grité y grité... hasta que una de ellas dijo "mamá" . Es una palabra extraña esa, me recuerda a algo, a un lazo familiar, me recuerda a "madre", me acuerdo de mi madre. Era bella, trabajadora, sencilla. Me hubiese gustado ser madre. Quizá lo he sido. Estoy confusa. Sólo puedo recordar la guerra, el hambre... y una sonrisa, aunque no sé a quién pertenece.
-Amor, te he traído esto.
-¡Rosas! Mi madre cultivaba rosas... y mi hermano las arrancaba de raíz.
-Jajaja, ójala hubiese conocido a tu hermano.
-Ellos lo mataron...
¿De quién es esa boca? Creo haberla besado alguna vez, una parte de mí me dice que un millón de veces... pero ahora no lo recuerdo. No recuerdo si, quizás, fue el amor de mi vida. Ahora todo está negro, oscuro... no reconozco nada entre la profundidad de mis recuerdos...
Siento que se han hundido en un mar que tengo aquí adentro, en un agujero.
Y no puedo rescatarlos. ¿Y esas chicas? ¿Quiénes eran? Parecían tener algo que decirme, me ayudaron a vestirme, me dieron de comer... ¿pero por qué? Sentí que estaban tristes. Sentí que eran algo importante, como un pequeño detalle, un matiz que te se olvida de repente... una opción de la que no te acuerdas al hacer una elección y que, sin embargo, te hubiese cambiado la vida. Qué extraño es todo, qué extraña es esta casa... no la recuerdo. No recuerdo haber pintado las paredes de este verde tan feo, ni esos muebles tan antiguos, tampoco sé de quién son esas caras que sonríen en las fotografías. Parecen felices, aunque también lejanos. Hay discos sobre el aparador, ¿los habré bailado alguna vez? ¿con alguien? ... ¿habré hecho el amor sobre estos sofás? ¿habrá algo en esta casa que sea mío, algo por lo que haya trabajado?
Ahora aquí, el espejo me devuelve una imagen que no reconozco, ¿soy yo? No puedo tener tantas arrugas, ¿y esa cicatriz? ¿y qué le pasa a mi dedo meñique? No puedo moverlo. Es desesperante.
Oh, ¡se vuelve a abrir la puerta! Es mi nieta, viene sola. Tiene el alma desgarrada, se lo noto. Se parece a... ¿a mí? el pelo largo, los ojos claros, la tristeza en su mirada. Me abraza, qué dulce es. Me gustaría decirle que la quiero, me está llenando de besos, ¿pero cómo se dice "te quiero"? Ya ni si quiera recuerdo eso...



Juliet, hace años que te fuiste -aquel 20 de Diciembre-, hace años que esa enfermedad destruyó tu vida... ¿qué es de una vida si no puedes recordarla? Nada. Sin embargo, aunque a ti te se olvidara yo todavía recuerdo todo lo que me contaste, todos los juegos, todas tus sonrisas, todos y cada uno de los diciembres en los que todavía estabas, tus defectos, tus virtudes y esa luz en tu mirada que se fue apagando poco a poco.
No eres fácil de olvidar, Juliet, te prometo que yo nunca lo haré, iaia.