martes, 17 de diciembre de 2013

"And in immense perdition sinks the soul"


Todo se llenó de árboles y se tiñó de rojo. Casi no podía avanzar, no veía lo suficiente y solo oía mis pies resonando en la tierra, muy, muy abajo. Y aunque no había cielo y era probable que alguna sombra me estuviese acechando yo solo podía pensar en cuánto camino faltaría para que las cosas -el mundo, los días, el aire- dejaran de sangrar. Sus silencios volvían, y me envolvían con un manto terrible de asfixia que hacía que las cosas parecían todavía más inútiles. ¿Dónde se fueron las risas? Yo nunca supe quedarme demasiado rato riendo como si perdiera el sentido, porque mi sentido se perdió en los lunares que llenaban de ciudades tu espalda. Como tantas otras veces, la luna también callaba; me miraba desde arriba y se reía porque ella podía verte y mis ojos ya estaban cegados de tus noches. ¿Alguna vez exististe? Con el paso de los amanaceres he perdido la cuenta de los besos que nos dimos, tanto que ya no sé si fueron besos, si ocurrieron, si tú ocurriste o solo te divisé entre mis sueños y mis pesadillas. Y allí, en aquel suelo húmedo, volví a recitar aquel poema que escribí y aprendí desde la sangre y no de memoria:



Yo, que me entretenía jugando con las nubes,

Porque sabían a tu piel.

Yo, que me quedé parada en un semáforo en verde,

pensando que eran sus ojos.

Yo, que partí por la mitad mi dignidad para que tú me dieras,

 tan solo, un beso más.

Yo, que convertí el agua en vodka en cada noche

 de tormenta que tuve que pasar sola.

Yo, que completé en mis sueños nuestra historia

y desperté acostada con la mentira.

Yo, que vi como me clavabas el cuchillo por la espalda

y en lugar de quejarme te follaba.

Yo, que te lloré en cientos de lugares donde nunca he estado

 y se me hizo de día buscándote en ellos.

Yo, que llené todos los armarios con tu imagen desnudo,  le eché el pestillo

 y un día el viento los abrió todos de golpe.

Yo, que aún a mil años luz de ti sigo oliéndote en cada flor de azahar.

Yo, que dejé en ridículo a la lluvia de tanto enloquecer por ti.

Yo, Tú. Tú. Yo.

Tú, que empapaste mi vida de daños sin prejuicios

 y saliste absuelto y con gloria.

Tú, que como si nada te quedas en donde debías estar.

Muy lejos.








Fotografía: Sadrainbow
Añado un video de la última entrada:

 

martes, 19 de noviembre de 2013

Catástrofes no naturales que hacen acto de presencia en días llenos de trenes y lluvia.

Desde entonces la ciudad estaba llena de zonas cero. No podía pasar por lugares donde no hacía mucho tu voz aún se dirigía a mí. Entraba en estados nerviosos semejantes que acababa perdiendo el sentido y no sabía cómo regresar a casa. Más tarde comencé a odiar los coches negros, no importaba que no fueran tu modelo. Veía uno y el mundo se paraba trayéndome a la memoria aquel momento en que bajaste mi calle y abriste la puerta invitándome a entrar en tu mundo para luego expulsarme sin piedad. Luego ni siquiera podía mirar a nadie que tuviera el mínimo parecido físico a ti: odiaba los ojos oscuros, las espaldas anchas y las risas infantiles. Me di cuenta de que estabas por todos lados, siempre conmigo, aunque en realidad ni siquiera podía imaginar dónde estabas, con quién y haciendo qué. Pero aquel castigo constante de acordarme de ti me hacía sentirme menos sola. Algunos días te culpaba de todo hablándole a las paredes como si fueran a contestarme, o como si tú fueras a salir de una de ellas a pedirme perdón. Otros días me deprimía tanto que cerraba todas las ventanas y bajaba las persianas para que la noche no entrase en mi habitación. Tú eras tan noche que solo el perfume de ella ya te traía otra vez a mi lado. Y otros días, los peores, me decidía a olvidarte y salía como si nada hubiese pasado, como si tú no hubieses roto todos los muros e incendiado las ruinas. Y al final me acostumbré a vivir así, contigo pero sin ti, soñándote de día y de noche en un bucle de tiempo que nunca termina porque pensaba que era la única manera en la que podría estar junto a ti una y otra vez, una y otra vez. Para siempre.
 
¿Recuerdas? Te dije "pídeme un deseo" y no supiste contestar. Ninguno de los dos cumplía las expectativas del otro; yo era demasiado seria, tú eras demasiado niño. Y cómo me gustaría poder decir que aquellas noches (mal)gastadas no lo fueron, que los bloques de hormigón con los que me cubriste y me encerraste no eran más que aire, que todo lo que hubo entre nosotros fue bonito. Cómo me gustaría poder decir que aún lo eres todo, o que nunca fuiste nada. Pero a veces el silencio dice más que mis palabras. 

SILENCIO 

"We are what we remember"... Será mejor si empiezo a borrarte de las miles de páginas que grabé con tu nombre, de las cientos de miles de huellas que dejaste en los poros de mi piel. Porque no, tú no fuiste para nada aquello que soñaba en estaciones desiertas ni en días vacíos. Fuiste muchas cosas, es cierto, muchas excepto tú mismo. Y aquí ya no, ya no hay lugar para los fantasmas. Se acabaron los borrones y las cuentas.





"De qué me sirve esperarte si me entra el sueño y no hay más
que un circo triste y cobarde que no quiere regresar.
Te veo en cada gaviota aunque no sepa si hay mar.
Detrás de cada pareja, no tengo con quien bailar.

Desnúdate que hay tormenta y llueve por no llorar.
Juré contar nuestra historia, nunca decir la verdad.
Te llevaste mi memoria. Juraste no regresar.
Te veo en cada gaviota.
Juré contar nuestra historia...
"
(Andrés Suárez - Benijo)

martes, 8 de octubre de 2013

Autodestrucción. Diálogos de cama.

-Es verdad, me dabas miedo. Nunca sonreías, nunca hablabas, observabas las cosas como si fueras una estatua, casi sin moverte. Tu expresión no era natural, como si siempre llevases una máscara encima que cubría tu lado humano. No sabía qué hacer para que reaccionaras, pensaba cosas tan tontas como que me gustaría oírte gritar o hacerte reír a carcajadas. Hacías el mismo ruido que un gato al caminar, a veces aparecías y yo ni siquiera te había oído llegar. No podía definirte, y eso me mataba. No podía decir que te conocía porque no era cierto. Supongo que nadie te conoce; saben cómo te llamas, dónde vives, cómo vistes, pero no saben cómo sientes. Imagino que crees que nadie puede comprenderlo pero... Ahora que estás aquí, ¿qué tal si lo intentas?
-¿El dolor puede vomitarse? Porque si no es así, veo difícil hacer cualquier otra cosa.
-¿Has estado llorando?
-¿Y a ti por qué te importa? Más bien, ¿qué puede importarle a alguien si lloro o si destrozo mi vida, si cambio de opinión cada dos segundos o si me encierro en mi misma eternamente? No es de vuestra incumbencia. 
-Solo pretendo conocerte.
-No puedes conocer un alma que está rota y no sabe por qué ni desde cuándo. Nadie puede hacerlo. Y no sé si será por eso o por qué otra cosa, pero no me apetece hablar con nadie de banalidades mientras intento aclarar de alguna forma todo lo que pasa por mi cabeza, pensamientos que no puedo controlar. ¿Sabes cómo se siente ser invisible? No consigo comprender por qué algunos me ven y otros no, aunque quien me ve ni siquiera ve la mitad de lo que soy. Pero en realidad, no es eso lo que me importa. A mí solo me importa que mi dolor no puede descifrarse, ni explicarse, ni hay forma alguna de acabar con él. Lo escondo una y otra vez pero vuelve a aparecer, a veces sin motivos. Y al mismo tiempo me invade una rabia inhumana por la humanidad que me aterroriza con su crueldad, incluso la gente más educada me parece totalmente inadecuada. No estoy en el lugar correcto, eso es todo. Este no es mi lugar. Mi mundo debe estar, como muy cerca, en Plutón. Y no te miento si te digo que me gustaría partirme en mil pedazos y esfumarme de verdad, aunque me perdiera un millón de cosas. Pero siempre hay una fuerza ajena a mí que me empuja, y no sé para qué. ¿Qué es mi vida? me pregunto una y otra vez. Hay quien cree en Dios y eso le ayuda a encontrar un camino; yo suelo creer en mí misma, pero a veces tengo crisis de fe y son terribles.
-Dime de qué forma vivirías tranquila...
-Viviría, simplemente, si todo el mundo tuviera un corazón que funcionara para algo más que para bombear sangre. Dejaría de sobrevivir si dejaran de importaros el dinero y la soberbia y valorarais por encima de todo la inteligencia, incluso antes que la simpatía. Viviría si alguien pudiera comprender por qué vivo así y cuál es mi punto de visión, mi perspectiva.
-Quiero compartir tu perspectiva desde que te vi.
-¿Y cómo voy a creerte?
-Porque nadie está tan loco como para querer conocer a alguien como , solo otro loco.
-¿Enserio quieres autodestruirte?
-Con mucho gusto me autodestruiré contigo. Solo puedo pensar en la forma de abrir todas tus heridas, ver cómo sangran y curarlas con mi saliva, dejar que cicatricen y morirme en tu piel mientras tú me olvidas. Sacude mis días, yo prometo remplazar tu dolor por caricias. 
-Es cierto, estás loco.



"La distancia cuando es cero duele más, protegidos de la radiación solar. Todas esas caras me hacen vomitar, nadie quiere que le digan la verdad. Mi traje oxidado se pudre en tus manos. Yo quiero mi disfraz, poder disimular, romperme a cielo abierto, morir en el desierto. Romperme a cielo abierto, morir en el intento. Tus recuerdos caben en una postal..." 
(Disfraces - Miss Caffeina)

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Se potessi...

Perdido entre mapas, carreteras y distancias no sabía nunca donde parar para quedarme. Pero ella apareció ante mi como un ancla, curando mi habitual desorientación, dispuesta a calarme el alma y llenarla de una luz brillante que me quemaba hasta arder, y un millón de sonrisas que no podía contralar. Y ahora que se ha ido casi tan súbitamente como vino, no puedo creer que no me haya movido de este sitio, no puedo ni sé aceptar el hecho de que mi vida cambió para alguien que ahora ya no es más que lo que alcanzo a recordar.

Si pudiera escribir cada milímetro de su cuerpo, convertir en letras sus piernas kilométricas, fotografiar el sonido de su risa, vencer mis instintos con sus manos, callar mis quejidos con sus labios... Si pudiera soñarla de noche y de día y que ninguna otra cosa me apartara de ella, si pudiera abrazarla y deshacerme, o engancharme a ella para siempre y nunca irme. O si pudiera engañar a mis sentidos y decirles "ella no se ha ido, siempre está conmigo", o beberme a sorbos su mirada, aunque sea en mis recuerdos, o provocar que mis oídos la oigan hablar sobre cualquier cosa absurda... Solo si pudiera y supiera que la vida no me la arrebatará, que no secuestrará más mi corazón y que por fin podria respirar(la)...

Y mientras pienso todo lo que podría hacer si pudiera, la vida se me va. Y eso si esque alguna vez tuve algo parecido a una vida antes de que llegara... y lo cierto es, que prefiero morir rápido y evitar este hastío tan cansado. No quiero ser otro poeta deshauciado de las miradas de su musa, no quiero ser un marinero siempre recordando aquel canto de sirena que un día le pareció haber oído, no quiero ser un rey destronado. Ya no quiero nada más que vivir lo que viví, una y mil veces.




"Sería capaz de cambiar el calendario lunar; para verte aquí en Granada un día más. Podría llegar a escalar esta montaña polar y a tu lado aterrizar... [...]
Podría viajar, a Granada con mi nave espacial y el paseo de los tristes alegrar si te pones a bailar, las estrellas nos alhambran al pasar..."
(LN Granada - Supersubmarina)



viernes, 9 de agosto de 2013

Pensamientos concentrados en corazones marcados a fuego lento.

Se descubrió una vez más hablando con la tristeza, mirando atrás, guardándose las lágrimas para no tener que llamarse "idiota" a sí misma.
Se descubrió arañando recuerdos, deshaciéndolos, quebrándolos por la mitad y pensando que todo no es lo que parece.
Se descubrió con ese nudo en la garganta, con ese labio ligeramente inclinado hacia abajo y con los ojos tan anegados como el alma.
Se descubrió y no le gustó. 
Odiaba sentirse de esa manera, odiaba no poder desprenderse de tantos sentimientos encontrados, odiaba no saber qué hacer ni por donde empezar.

Empezó a hablar consigo misma, como si alguien la escuchara rompiendo toda ley del tiempo y el espacio. No le importaba que eso no fuera posible, tenía que hablar en voz alta, oír su voz entrecortada, sus suspiros. Tenía que decírselo al viento, un aliado que tantas otras veces había llevado sus silencios a lugares muy lejanos. 

<<Querer hasta reventar. Explosionar y revivir. Deconstruir para sentir. No hablar, no saber, no entender. Pensar. Despolvar de la mente los peores miedos y caer en la trampa una vez más.
¿Qué dirías si te hablara de cicatrices, de ausencias, de cristales rotos?
¿Quién sería yo hoy sin tanta oscuridad? Ni siquiera puedo imaginarlo.
Las noches, aunque noches, no son siempre las mismas ni juegan con las mismas tempestades. Aquí hoy me sobra piel y me faltan palabras.
¿Quién soy yo sino el fruto del dolor y la armonía entre éste y el instinto de supervivencia?
¿Qué soy yo sino puro amor, desgastado y truncado, descolorido y seco?
¿Qué soy yo sino desastres, vacíos y fantasmas?
Anestesiar el alma no es fácil, hacer a los recuerdos desvanecerse de los lugares en los que están enganchados, de la piel y del corazón. Seguir respirando con mil derrotas a la espalda y pocas victorias que contar, seguir y aguantar. Siempre aguantar. 
A veces pienso que solo el mar es eterno y que pocas cosas nos conectan tanto con la inmensidad y el vacío al mismo tiempo. Y si así fuera, ¿no deberían ser eternos los momentos que vivimos junto a él? Sin embargo, el reloj no se detiene, y los instantes se convierten en nimios espejismos que se diluyen en el agua.>>

Sus pensamientos giraban en círculo. No había escapatoria una vez el ciclo había comenzado. Ni duchas de agua fría, ni canciones, ni cerrar los ojos con fuerza servía. Todo aquello no desaparecía con tanta facilidad, solo el transcurso de los días podía alejarlo, aunque eso significaba que algún día volvería. Y no sabía cuándo ni de qué manera. Eso era lo peor de todo. Nunca sabes cuándo llegará el final y es que la mente no tiene un STOP que impida a ciertas cosas colarse dentro de ella. 
Inversos y reversos, infinitas noches






"Se abrió la herida que puse a secar, al sol, vuelve a sangrar.
Ya ves los sueños no mienten y ayer volví a soñar con usted.
No podíamos salir siempre victoriosos, apostar por el vacío es sabio y peligroso.
Un descuido en la estrategia de defensa, y se destensa tu disfraz.
Otra vez muertos de frío..."
(Miss Caffeina - No mienten)

viernes, 24 de mayo de 2013

Toska.

Hacía mucho que recordaba aquella frase de Terenci Moix incesantemente: 
"El hombre teme al tiempo y el tiempo solo teme a las pirámides." 


Tiempo, esa maldita aguja del reloj que nunca se detenía, ni avanzaba más rápido de lo debido. Esa sucesión incansable de días que tejía y destejía momentos en la enmarañada memoria humana. Ese amigo suyo tantas veces, tantas otras veces enemigo cruel (como cuando pretendía quedarse para siempre entre el calor de algunos brazos y desaparecían al abrir los ojos).
Pensaba en el tiempo, preguntándose por qué le traía a su memoria recuerdos tan lejanos, tan inútiles a su parecer. ¿Por qué ahora? En su mente resonaban todas aquellas frases que apelaban a su corazón para romperlo en mil pedacitos punzantes y pequeños. Ella siempre había sido "demasiado", aunque en realidad nunca sabía si se referían a "demasiado poco" o "demasiado, demasiado". ¿Qué más da? Ya no están, se fueron hace mucho, se marcharon por la puerta de atrás, con pocas despedidas; algunos con muchos dramas. No había final feliz para ella, no creía que existiera. Había mucho más que kilómetros entre ella y sus insomnios pasados. ¿Cuántas veces se había enamorado? ¿Un par? ¿Tres, quizá? Y, sin embargo, pese a no enamorarse precisamente con frecuencia, nada acababa bien. Los "te quiero" acababan traducidos en "lo siento, hasta aquí, ya no más". Y eso que siempre daba más de lo que tenía, "demasiado". Incontables besos en noches oscuras, manos furtivas buscando lugares escondidos en su frágil cuerpo, palabras pícaras haciendo mella en su alma. Y todo se iba como venía, rápido, invisible, solitario. Por eso estaba en aquel tren, que le llevaría a otra ciudad desde la que iría a parar a otro país. A un país con un desierto. Era el momento de dejarlo todo atrás, nadie iba a ir a buscarla al aeropuerto en el último momento como en las comedias románticas. Nadie la llamaría para decirle lo mucho que la amaba, lo muchísimo que la echaba de menos.
"Mentiras"
"Desilusiones"
"Soledad"
La vida, ay, su vida. Había aprendido que le iba a dar bofetadas por todos los lados posibles en los momentos más inadecuados. Sabía que iba a haber más piedras en el camino que señales para continuarlo. Pero ahora ya no le importaba. Con pies descalzos pensaba andar una nueva tierra, y aunque le sangraran pensaba seguir adelante. No sabía si acabaría desangrada en mitad de un desierto africano, o si un oasis desconocido le abriría las puertas a mitad del sendero. No sabía cómo sería su último capítulo, ni con quién. Pero no importaba, ya nada importaba. Todo lo demás había quedado atrás, ahora solo existía ella y su piel, y sus pies. Nada más allá de aquel mar fronterizo iba a volver a su vida jamás.
-"Sabah Al Jeir, Egipto".


"никогда я не пойму
ну почему так нерешительно печаль смакует боль?
пусть лучше сердце пополам,
чем никогда не быть с тобой.
меня измучила пленительная вязкая тоска,
холодным светом у виска
опять луна, как ты одна."

(Dima Bilan - Toska) 

jueves, 9 de mayo de 2013

Ice-Animal.

Aquella noche debían sobrevivir a toda costa, canalizando toda su furia.
Ella en su cama, lejos, muy lejos, rozando los polos de Siberia y el azul de su cielo. 
Él, en la suya propia, en una tierra caliente y fértil.
Los dos suspiraban casi al unísono aún sin verse y tenían los colmillos bien preparados para atacar a los fantasmas enemigos en cuanto aparecieran. Los dos desearían haber sido un guepardo y correr y correr y correr sin detenerse ni mirar atrás. Los dos necesitaban ese ímpetu, ese instinto de supervivencia para levantarse tras tan tremenda caída. Y aunque querían lo mismo, un abismo insalvable les separaba: un abismo llamado dolor, en el que ni siquiera los colmillos más afilados, ni la mirada má funesta servía para aislar los miedos o la heridas reabiertas. 
Él recordaba, recordaba sus ojos del color del hielo y le venía a la mente un momento en que ella tenía mucho frío y él le había dejado su chaqueta de piel marrón. 
-¿No te se pasa?
-No...
-A ver, ven aquí. -la abrazó, su cara rozó la de ella y notó que el frío se le calaba hasta los huesos, ¿cómo podía ser? Era Junio.
-Gracias.
-¿Sabes? Tienes la fuerza de las fieras y la dulzura de los niños.
Ella rió sonoramente.
-Sí, bueno, y la temperatura del Polo Norte.
Y ahora aquí, él sentía un calor muy diferente al que sintió aquel día. Hoy sentía rabia, por no poder mirar aquellos ojos, ni poder convencerla de que el mundo no era tan hostil como su amada Rusia. Por no poder decirle cuánto la quería sin que le contestara con aquella mordacidad tan típica en ella cuando se enfadaba. ¿Qué iba a hacer, si a veces su propio frío la atrapaba y si simplemente las fieras siempre serán fieras? Y por eso le gustaba.

jueves, 21 de febrero de 2013

Time for living.

Vivía en un loft neoyorquino carísimo que, a pesar de su precio no tenía vistas al mar. Pero tenía un enorme vestidor en el que coleccionaba vestidos con cortes princesa y escotes de corazón. Un poco de cuento de hadas y un poco de romanticismo en su solitaria vida. A ésta la veía pasar ante sus ojos, cada minuto de cada día. Pasaba los días trabajando sin parar, sin pararse a soñar, ni a mirar, ni a mirarse. Solo trabajo y ambición. Sin embargo, el mundo latía, pero ella parecía estar en un semáforo en rojo desde aquella noche de tormenta.

-Si no tuvieras las manos tan frías y la lengua tan caliente te iría mejor -dijo él levantándose de la cama.
-Puede, pero en ese caso no sentirías escalofríos mientras mis manos acarician tus caderas y mi lengua... ya sabes. Mira a ver si eso lo hace cualquiera.
-¿Lo ves? Crees que con sexo podemos arreglarlo todo y no. Por mucho que me vuelvan loco tus miradas, tu sensualidad, tus faldas demasiado cortas, tus zapatos demasiado altos, tu pelo, siempre suelto, siempre desordenado... no es suficiente, Keira. Me encantas pero no es suficiente.
-¿Y me lo dices mientras te pones los pantalones?
Lo cierto es que no, ella no creía que el sexo lo arreglara todo. Simplemente sabía que cuando su voz la acariciaba a menos de un centímetro se sentía mejor; simplemente le costaba asumirlo. Pero no podía decírselo porque entonces el tendría carta blanca para romperla en pedazos y ya estaba cansada de recoger los estropicios que el amor dejaba a su paso.
-Será mejor que esto se acabe... -dijo mirándola a los ojos para que supiera que era la última vez que pronunciaba esa frase.
Ella no contestó. Para qué, por qué. Él parecía esperar una respuesta, quizá dos simples palabras, pero solo hubo silencio así que cogió su chaqueta y se largó, dispuesto a calarse hasta los pies de fría lluvia.

...

-¿Eres Keira? -dijeron al otro lado de la linea de su teléfono fijo.
-Sí, soy yo. ¿Quién llama?
-La hermana de Uriel. Se marchó hace unos días de casa y acabo de descubrir que se ha ido a Nepal gracias a ti. Pero, aunque me pese, debo decirte que ha dejado una carta aquí para ti.

"No habrá un 'querida' que comience esta breve nota de despedida. De todas formas, no te hubiese importado. Bueno, en realidad, no lo sé. Me voy porque no puedo luchar contra un corazón sin sangre, apagado siempre para todos. Quise darte todo lo que tenía adentro, pero no me dejaste. Solo conseguí asustarte, y no sé por qué. Así que ahora ambos nos hemos quedado sin esa pasión que nos atravesaba al tiempo que nos rompía y reconstruía. Espero que algún día encuentres a quien te arranque la coraza, yo solo fui capaz de arrancarte la ropa. No te sientas culpable, me voy a Nepal porque es el único sitio en el mundo donde alguien me necesita."
Y como una explosión aquellas palabras resonaron con brutalidad en su interior. Imaginaba cómo se las decía y en qué tono y sentía cómo se le perdían los pensamientos entre recuerdos enmarañados, sin sentido. Habían sido varios meses de "relación" y ahora él estaba... no, simplemente, no estaba. Si él le hubiese dicho todo eso mirándola a los ojos quizá hubiese visto cómo se resquebrajaba su máscara en vivo y en directo. Ahora, solo el espejo la veía. Ahí estaba: "Esta eres tú. Frágil, insegura, débil. Como todo el mundo." Lágrimas corrían por sus ojos mientras los miraba fijamente, veía cómo se tornaban más claros, mojados. Suspiraba. Decidió acostarse. Escenas de prados y cafés rebotaban en su cabeza de repente, arco iris y sal. Sudor, luces, susurros, miedo. MIEDO. "¿Am I going crazy?"; "No, you're just in love". Entonces recordó esa conversación que tuvo un día con su madre y jamás olvidó:
-Si todos creen que eres perfecta nadie mirará demasiado. No se atreverán, de modo que será fácil ocultar tus grietas. Tú cuídate de llevar siempre a mano un pintalabios y unos vaqueros ceñidos a ese precioso culo y todo saldrá bien. No lo descuides, no demuestres que les temes. Maquilla tus ojeras al mismo tiempo que tu corazón. Sé altiva, que te critiquen. Cuánto más te critiquen más te envidiarán y menos daño podrán hacerte.
-¿Y si yo no quiero ser perfecta? Quizá mañana me apetezca fugarme, o romper cristales, o gritar en un restaurante. Quizá no quiera ser yo nunca más. A veces da asco que la gente piense que eres perfecta, porque si fallas siempre creen que ellos tienen la culpa y eso te hace sentir doblemente culpable. Y en realidad, nadie es perfecto, todo el mundo lo sabe. Solo se dejan llevar...
-Precisamente, aprovéchalo. No querrás que te pase como a mi.
Acabó creyéndose su perfección, alimentando su orgullo, recubriéndose de un oro invisible y montones de capas de armadura. Nada podía funcionar en su vida porque no se conocía a sí misma. Nada ni nadie.
Nepal. Uriel. Nepal.

"Puede que no sea mala idea ir a buscarme y cuando me encuentre, buscarle a él. Sé que me ama, me ama liberada de todo lo que aparento ser. Sé que lo ha visto. No sé en qué momento lo divisó dentro de mi pero lo supo y se marchó porque se dio cuenta de que no iba a dejar que aflorara. Ya es hora de que empiece a vivir y deje de hacer como que vivo. Todos encontramos nuestro camino algún día y este es el mío. Lo sé porque lo siento. Hay gritos que no se escuchan pero rompen la barrera del sonido con su pena y él, sin que yo gritara, sin que le gritara que mi vida era un desastre me ha ayudado a empezar a cambiarla. Él tintaba mi vida momento a momento, quizá cuando le encuentre yo pueda tintar la suya."









"Disimularé este miedo al contacto con tu cuerpo, ahora mira cómo me deshielo; tú hazlo cuando tengas tiempo, yo te espero. Echo de menos tus abrazos poliédricos cubriendo los ángulos agudos de mi cuerpo. Cuando el pasado solo piensa en el recuerdo yo me imagino un futuro pluscuamperfecto. [...] Me duelen las costuras de los sueños que no tengo."
Carlos Sadness - Minuto en la lluvia.


PD: La foto es de mi propiedad. No quería firmarla para no quitarle la magia. Por favor, no la descarguéis.