jueves, 9 de mayo de 2013

Ice-Animal.

Aquella noche debían sobrevivir a toda costa, canalizando toda su furia.
Ella en su cama, lejos, muy lejos, rozando los polos de Siberia y el azul de su cielo. 
Él, en la suya propia, en una tierra caliente y fértil.
Los dos suspiraban casi al unísono aún sin verse y tenían los colmillos bien preparados para atacar a los fantasmas enemigos en cuanto aparecieran. Los dos desearían haber sido un guepardo y correr y correr y correr sin detenerse ni mirar atrás. Los dos necesitaban ese ímpetu, ese instinto de supervivencia para levantarse tras tan tremenda caída. Y aunque querían lo mismo, un abismo insalvable les separaba: un abismo llamado dolor, en el que ni siquiera los colmillos más afilados, ni la mirada má funesta servía para aislar los miedos o la heridas reabiertas. 
Él recordaba, recordaba sus ojos del color del hielo y le venía a la mente un momento en que ella tenía mucho frío y él le había dejado su chaqueta de piel marrón. 
-¿No te se pasa?
-No...
-A ver, ven aquí. -la abrazó, su cara rozó la de ella y notó que el frío se le calaba hasta los huesos, ¿cómo podía ser? Era Junio.
-Gracias.
-¿Sabes? Tienes la fuerza de las fieras y la dulzura de los niños.
Ella rió sonoramente.
-Sí, bueno, y la temperatura del Polo Norte.
Y ahora aquí, él sentía un calor muy diferente al que sintió aquel día. Hoy sentía rabia, por no poder mirar aquellos ojos, ni poder convencerla de que el mundo no era tan hostil como su amada Rusia. Por no poder decirle cuánto la quería sin que le contestara con aquella mordacidad tan típica en ella cuando se enfadaba. ¿Qué iba a hacer, si a veces su propio frío la atrapaba y si simplemente las fieras siempre serán fieras? Y por eso le gustaba.

1 comentario:

Mels dijo...

Por suerte o por desgracia hay veces que dos persnas que parecen incompatibles se encuentran y cruzan sus caminos... y después no te los puedes quitar de la cabeza por muchos dolor o malos recuerdos que te hayan causado porque en general son esa clase de gente que te hace vivir los dos extremos: Felicidad absoluta y plena, éxtasis en estado puro; y a la vez te sumen en un pozo