martes, 8 de octubre de 2013

Autodestrucción. Diálogos de cama.

-Es verdad, me dabas miedo. Nunca sonreías, nunca hablabas, observabas las cosas como si fueras una estatua, casi sin moverte. Tu expresión no era natural, como si siempre llevases una máscara encima que cubría tu lado humano. No sabía qué hacer para que reaccionaras, pensaba cosas tan tontas como que me gustaría oírte gritar o hacerte reír a carcajadas. Hacías el mismo ruido que un gato al caminar, a veces aparecías y yo ni siquiera te había oído llegar. No podía definirte, y eso me mataba. No podía decir que te conocía porque no era cierto. Supongo que nadie te conoce; saben cómo te llamas, dónde vives, cómo vistes, pero no saben cómo sientes. Imagino que crees que nadie puede comprenderlo pero... Ahora que estás aquí, ¿qué tal si lo intentas?
-¿El dolor puede vomitarse? Porque si no es así, veo difícil hacer cualquier otra cosa.
-¿Has estado llorando?
-¿Y a ti por qué te importa? Más bien, ¿qué puede importarle a alguien si lloro o si destrozo mi vida, si cambio de opinión cada dos segundos o si me encierro en mi misma eternamente? No es de vuestra incumbencia. 
-Solo pretendo conocerte.
-No puedes conocer un alma que está rota y no sabe por qué ni desde cuándo. Nadie puede hacerlo. Y no sé si será por eso o por qué otra cosa, pero no me apetece hablar con nadie de banalidades mientras intento aclarar de alguna forma todo lo que pasa por mi cabeza, pensamientos que no puedo controlar. ¿Sabes cómo se siente ser invisible? No consigo comprender por qué algunos me ven y otros no, aunque quien me ve ni siquiera ve la mitad de lo que soy. Pero en realidad, no es eso lo que me importa. A mí solo me importa que mi dolor no puede descifrarse, ni explicarse, ni hay forma alguna de acabar con él. Lo escondo una y otra vez pero vuelve a aparecer, a veces sin motivos. Y al mismo tiempo me invade una rabia inhumana por la humanidad que me aterroriza con su crueldad, incluso la gente más educada me parece totalmente inadecuada. No estoy en el lugar correcto, eso es todo. Este no es mi lugar. Mi mundo debe estar, como muy cerca, en Plutón. Y no te miento si te digo que me gustaría partirme en mil pedazos y esfumarme de verdad, aunque me perdiera un millón de cosas. Pero siempre hay una fuerza ajena a mí que me empuja, y no sé para qué. ¿Qué es mi vida? me pregunto una y otra vez. Hay quien cree en Dios y eso le ayuda a encontrar un camino; yo suelo creer en mí misma, pero a veces tengo crisis de fe y son terribles.
-Dime de qué forma vivirías tranquila...
-Viviría, simplemente, si todo el mundo tuviera un corazón que funcionara para algo más que para bombear sangre. Dejaría de sobrevivir si dejaran de importaros el dinero y la soberbia y valorarais por encima de todo la inteligencia, incluso antes que la simpatía. Viviría si alguien pudiera comprender por qué vivo así y cuál es mi punto de visión, mi perspectiva.
-Quiero compartir tu perspectiva desde que te vi.
-¿Y cómo voy a creerte?
-Porque nadie está tan loco como para querer conocer a alguien como , solo otro loco.
-¿Enserio quieres autodestruirte?
-Con mucho gusto me autodestruiré contigo. Solo puedo pensar en la forma de abrir todas tus heridas, ver cómo sangran y curarlas con mi saliva, dejar que cicatricen y morirme en tu piel mientras tú me olvidas. Sacude mis días, yo prometo remplazar tu dolor por caricias. 
-Es cierto, estás loco.



"La distancia cuando es cero duele más, protegidos de la radiación solar. Todas esas caras me hacen vomitar, nadie quiere que le digan la verdad. Mi traje oxidado se pudre en tus manos. Yo quiero mi disfraz, poder disimular, romperme a cielo abierto, morir en el desierto. Romperme a cielo abierto, morir en el intento. Tus recuerdos caben en una postal..." 
(Disfraces - Miss Caffeina)

No hay comentarios: