jueves, 1 de diciembre de 2011

Fall seven times, stand up eight.

Nos empeñamos en conocer a quien no quiere conocernos, nos obcecamos en conseguir lo que no podemos tener, nos obsesionamos con metas inalcanzables, esperamos que los demás hagan lo que nos gustaría que hicieran. Absurdos humanos. Al final siempre acabas cayendo en la cuenta de que no vale la pena, de que lo único que vale eres tú mismo porque los demás, todos, antes o después, siempre te fallan. Incluso tú mismo te fallas, pero por lo menos sabes que no puedes dejarte solo, que siempre vas a estar ahí para secar tus propias lágrimas y que cuando los demás te ignoren, cuando te humillen, cuando te infravaloren, tú estarás ahí para recordar que tienes que levantarte. No esperes nada y si puedes, amate más a ti mismo que a los que te rodean. Prepárate para los golpes, porque vendrán de todos los lados posibles. Construye tu escudo con cada gota de sangre que derrames, con cada porción de ti que quede destruida y si caes, piensa que lo mejor de caer es alzarse.

Yo, no me arrepiento de haber tenido sangre en las venas. No me arrepiento de que mi sangre ardiera por ti, De lo que me arrepiento es de no haber apagado el fuego a tiempo, antes del incendio, antes de quedarme reducida a cenizas otra vez. Pero no, este no es mi final. Aunque os empeñéis en torcerme el camino, en llenarlo de piedras. Yo seguiré caminando. Adelante, siempre adelante.

1 comentario:

Inestabilidad Mental dijo...

Exacto. A la hora de la verdad, el único que queda para ayudarse a seguir es uno mismo. Todos acaban fallándonos, a propósito o sin quererlo.
Un beso.