jueves, 16 de septiembre de 2010

El sueño que se convirtió en pesadilla.

Olvidarte. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve. Nueve letras. Parece corto ¿no? Parece rápido. ¿Pero cómo se olvidan tus manos? ¿Tus caricias? ¿Cómo se borra todo? ¿A caso hay un momento en el que dices: “sí, lo he olvidado”? ¿Es así? ¿De repente?
Cuando todo esto empezó a caer, sentí que debía alejarme mentalmente. No quería colapsarme. No quería sentir la ansiedad, la asfixia, otra vez. Intenté distraerme... pensar en otras cosas, hablar con la gente, salir, reír. Hacer como si no pasara nada. Como si todo fuese bien. Disimular, o mentir, o fingir, tal vez. Lo conseguí, pero sabía que al final todo iba a explotar y que la nube negra me sumiría en un tremendo caos. Que lloraría y sentiría un maldito vacío en mí. Una carencia. Y al fin, ha ocurrido. El espejo ha sido el testigo de mis lágrimas, de mis palabras de rabia, de mi confusión, de mis ganas de morirme, de mis ojos asustados, de mi sonrisa borrada, de mi corazón detenido. Sobre todo eso, se ha detenido. Ya no estarás. No estarás para abrazarme cuando se me derrumbe el mundo, no estarás para recordarme lo mucho que te gusto, no estarás para verme seguir creciendo, para felicitarme por mis éxitos, para apoyarme en mis fracasos. No estarás para calmar mis nervios, mi odio, mis desilusiones. No estarás para mirarme a los ojos y decir que me amas. No estarás, no existirás y yo me sentiré muy sola. No oiré tu voz, no podré llamarte, no podré llegar a casa y contarte todo lo que me ha pasado, no te veré nunca más en mi cama, nunca más sobre mi almohada. No me harás derretirme. No besarás mis labios. No me susurrarás. No lloraré de felicidad. No pensarás en mí, encontrarás a otra que te haga sentir... y yo moriré. No podré cogerte de la mano por la calle, ni contestar un “sí, por supuesto” al “¿pero todavía estáis juntos?”. No podrás hacerme reír. No habrá sentido para mi vida. No tendré futuro. No me casaré en Kenya. No viviré en la casa de mis sueños con el hombre de mis sueños. No vendrás, no volverás. Y me duele, joder. Como nunca. Y sé que me dolerá más, cuando pasee por los lugares donde hemos estado, donde nos hemos besado, abrazado, reído, hablado, sentido, amado... y ya no estés a mi lado.
Parece ser... que esto no es más que el sueño que se ha convertido en pesadilla.



Pido disculpas si no contesto los comentarios o no me paso por los blogs que sigo habitualmente. Espero que entendáis que no tengo demasiadas ganas. Gracias por los que me leéis y comentáis de todas maneras.

1 comentario:

mlle.Chen dijo...

Demasiados 'no' veo por aquí.
Olvidar es difícil, pero lo superarás.

¡Ánimo! :)