jueves, 12 de enero de 2012

Conexión.

"Nada. No siento nada. No te quiero. No. No."
Las palabras rebotan en mi mente. Me desgarran las entrañas, provocan arcadas, me diluyen la mirada. Ya no sé si el tiempo pasa o se ha detenido. Ya no sé si queda tiempo. A veces creo que realmente morí aquella noche, desde luego para ti sí. Los recuerdos me cruzan la mente, uno tras otro. No puedo dejar de pensar en tus ojos, aunque la última vez que los vi estuviesen teñidos de frío. Casi puedo sentir tu primera mirada aquí y ahora, casi puedo viajar hasta tantos años atrás y quedarme en aquella calle esperando tu llegada. Casi puedo notar como alzo los ojos y se cruzan con los tuyos. Nunca he sentido nada parecido al ver a alguien por primera vez, sentí que te conocía. Sentí que tú eras la pieza del puzzle. Sólo una mirada me dijo todo eso. Años después, cuando te acariciaba casi sin tocarte con las palmas de mis manos mientras practicábamos sexo tántrico, sentía aquella conexión fluyendo. Estaba ahí, en la habitación, contigo y conmigo. Quería transmitírtela, quería enseñártela. Igual que aquel día en la playa, tumbados sobre la toalla. Me hubiese quedado allí una eternidad, el resto de mi vida. Quise llorar al mirarte, tan bello, tan perfecto. Algunas veces lloraba mientras hacíamos el amor. Siempre traté de que no te dieras cuenta, pero lo hacía a menudo. Lloraba de pura felicidad, de puro éxtasis. Mi cuerpo se llenaba de ti, de tus besos en cada porción de él, de tu ser. Y todo lo que me hacías sentir era indescriptible, mágico. Siempre supe que nunca sentiría nada igual, siempre. Siento habérmelo negado a mí misma, y siento habértelo negado a ti. Siento todo lo que ha pasado, todo lo que te he hecho, todo lo que me has hecho. Estoy luchando por perdonarte, sólo así encontraré la paz. Pero en realidad, ¿de qué me servirá perdonarte si para ti he muerto, desaparecido? No tiene mucho sentido, ya lo sé. Pero rezo, rezo a todos los dioses en los que no creo, rezo al universo, a la madre Tierra, a todos. Rezo para que algún día en tu camino te pares y mires atrás y sientas la conexión, el aleph. Para que sientas que, cuando estábamos unidos, todos los puntos del universo se unían. Rezo para que ese día vengas corriendo, me mires a los ojos y no me digas nada en palabras. Sólo tu mirada. Cálida y penetrante, como aquella primera vez. Como tantas noches y tantos días después, como tantos amaneceres. Limpia, limpia de rencor y de dolor. Una mirada de amor puro. Sé que es improbable que eso ocurra, imposible. Sé que ni siquiera leerás esto, pero no importa, no importa. Si nunca vienes, yo siempre me quedaré en aquel momento, en aquella fracción de segundo. Cuando la vida me arrastre con ella por fin, lo único que pensaré será aquel instante, aquella pieza del puzzle, incluso aunque tú hayas querido dejarlo incompleto para siempre.


"Esos ojos me dicen cosas que ni siquiera sabemos que existen pero que están ahí, listas para ser descubiertas y conocidas sólo por las almas, no por los cuerpos. Frases que son perfectamente comprendidas aunque no sean pronunciadas. Sentimientos que exaltan y sofocan al mismo tiempo."
(Paulo Coelho)

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