Al fin apareció y ella sintió que el mundo le sonreía por una centésima de segundo.
Lo besó y abrazó como si nunca hubiese pasado nada y estuvieron toda la tarde fingiéndolo.
Se acariciaron sus cuerpos desnudos como si nada hubiese muerto.
Se aceleraron sus corazones.
Y mientras ella explotaba en lágrimas al volver a casa, él reía animadamente con sus amigos.
Ahora ella lo entiende, sólo ha perecido un alma.
Almenos él sigue con vida.
3 comentarios:
Llo fácil que la pasión nubla a la razon y nos dejamos llevar por un fuego invisible y ficticio.
Un beso.
PD. Buen Blog
A veces vivir solo implica un corazón que late pero que no siente.
Muás!
No deberíamos fingir emociones y aún así, lo hacemos con frecuencia...
Un beso! Bueno blog :)
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