
Y si pudiera encontrarte, si pudiese tocar tu piel marmórea justo ahora...
Y si pudiese rozar, levemente, mis pestañas en tus labios...
Si esta noche fuese como otras noches... caliente, salvaje, relámpago... Pero no puedo verte más allá de en mis pensamientos, no esta noche. No hoy.
Mis manos te buscan con ansia pero el deseo se me escurre entre los dedos y el alma, escondida en un rincón, no quiere salir. Las palabras no quieren salir, porque quieren que estés aquí para poder susurrarlas en tu oído. Pero te encuentras lejos... quizá a tan sólo 4 kilómetros, o menos... pero te siento en la luna...
Mi corazón se debate entre salir a buscarte o quedarse quieto, pero sabe que no hay que ser imprudente y que a ti vale la pena esperarte. Siempre vale la pena. Todo. Las lágrimas, el dolor, las palabras frías, los sentimientos rotos, las esperanzas diluidas. Todo vale, porque en cuanto mis ojos vuelven a cruzarse con los tuyos todo sigue adelante... me sigue creciendo el corazón porque ya no cabes, y sigo sintiéndote más a ti que a mí misma, y sigo pensando que eres la cosa más bella que existe en este mundo, y en todos los demás. Tan, tan, tan bella que me dan ganas de llorar, de gritar.